lunes, 22 de marzo de 2010

Prólogo solicitado con permiso para no ser publicado

José Luis Monzantg nos presenta un ensayo aluvional sustentado en su condición de lector-cinéfilo. A su manera comparte la mitificación literaria de Irama Mesa 15 que en la bohemia de la charla informal ha permitido que algunos de nuestros amigos descubrieran su vocación literaria. El autor en este trabajo intenta un diálogo en el fondo consigo mismo, con sus vivencias y lecturas, especialmente en el campo de la política y las ciencias sociales lo que le permite plantear sus “tesis”, para mi gusto, demasiado maniqueas y mecanicistas, para terminar en un nominalismo sin demostración. La “tesis” se inscribe en el viejo debate de la izquierda y la derecha como referentes políticos que en un plano inmanente reproducen el otro debate sobre el bien y el mal. Sobre esta premisa el autor asume la ideología como la columna vertebral para entender lo real-social y en la mejor tradición de “izquierda” todo lo “malo” está la derecha y el “bien” a la izquierda. Quizá el autor tenga razón si nos situamos en la tradición romántica y utópica que propuso la construcción de su mundo ideal lleno de sueños y poesías para oponerla a una realidad contaminada e imperfecta y que se expresa normalmente a través de la ideología dominante.
Desde mi punto de vista la ideología dominante no es más que la expresión de los intereses dominantes, tanto en lo económico como en lo político y no importa si esto se definan como de derecha o de izquierda, de allí que en lo personal pienso que más que la “derecha invisible” lo que hay es la ideología oculta y que siempre expresa unos intereses dominantes y una concepción del poder desde el poder. La derecha invisible no es otra cosa que el poder y sus representantes. No hay gobierno de izquierda, lo que hay son buenos o malos gobiernos y no hay que confundir el discurso de izquierda con las ejecutorias que siempre tienden a ser conservadoras por subordinación a la realidad y a veces inclusive reaccionarios cuando el fracaso gubernamental termina por servir a un grupo o sector de la sociedad y no a los intereses de la mayoría. Tan reaccionario es Stalin como Hitler o como Franco y Fidel, todos sin distinción terminaron produciendo miseria, violencia y destrucción. Si bien es cierto que en las llamadas democracias terminan gobernando grupos de intereses y con su correspondiente ideología dominante, también es cierto que la sociedad va desarrollando respuestas políticas institucionales y culturales que abren la posibilidad de un cierto equilibrio, algo así como los movimientos contraculturales que periódicamente se expresan en las diversas sociedades y cuestionan todo el orden establecido, situación impensable en los sistemas dictatoriales y totalitarios.
El autor continua su argumentación y desarrolla su “tesis” utilizando dos categorías que merecerían una discusión aparte “falsa conciencia” “ciencia verdadera” siguiendo de alguna manera directa o indirectamente a Marx y la tradición marxista como si los planteamientos y tesis del gran filósofo alemán fueron textos canónicos inmunes a la crítica. En este tipo de planteamiento se vuelve a ignorar el impacto de la tecnociencia sobre la realidad. No hay duda de la importancia del análisis de la “ideología” en la comprensión de lo real tanto en la política como en la economía la sociedad y en la propia cultura y mucho más en el mundo moderno cuyos niveles de alienación y confusión han alcanzado niveles delirantes de unos seres humanos que pretendiendo ya no creer en nada terminan creyendo en cualquier cosa que la publicidad y los medios o el discurso político les ofrezca.
Las “tesis” de José Luis son discutibles y no pueden ser asumidas como un dogma y creo que al autor tampoco lo pretenda pero ya en la segunda parte de su trabajo se empieza a desarrollar el planteamiento de fondo presente en este libro y en la intuición de que la liberación solo es posible en los sueños y en la poesía o como diría Sandor Marai, la intrínseca dignidad humana solo es posible ser abordada desde la razón y el escepticismo.
Este es un libro-tránsito entre el ejercicio académico de una tesis y una necesidad de expresarse literariamente para asumir sus propias contradicciones: “lo que si es cierto es que si hay gente ejerciendo poder sobre otros, allí hay ideología que enmascara ese poder. Si algo fue hecho desde las afueras del poder-bien pudiera no ser ideológico en cuanto a falsa conciencia que oculta y justifica privilegios, injusticias, ganancias y beneficios; pero movimiento libertario que alcance el poder y no quiere o no puede cambiar las causas de la desigualdad, aun que sí puede permanecer en el poder, entonces necesita ideologizar y lo hace”. En cada época la ideas de la clase gobernante son las ideas gobernantes, es una frase afortunada de Marx citada por el autor. El autor, sin decirlo, a la manera de Sergio Ramirez, también le dice adiós a los nuevos amos del poder, con honestidad intelectual y compromiso permanente con sus sueños y utopías.
“Pensar el mundo” inevitablemente nos lleva a representarlo (casi siempre heredamos la representación) y en la edad juvenil hasta pretendemos cambiar el mundo, como lo propuso el poeta Rimbaud y el filósofo de la Biblioteca Británica, en el fondo, todo ser humano vive en búsqueda y huida de sí mismo, y es difícil no sucumbir a la tentación ácrata y al nihilismo devastador.
En este libro el auto se nos “confiesa“ intelectualmente con esta Conversación con K y su diatriba ideológica del poder. El estilo es directo e irreverente a lo Vallejo aunque pretender encasillarlo sería un error. En este “laberinto de ideas enmarañadas” el autor intenta un diálogo consigo mismo (leyendo me leo, escribiendo me escribo como diría Günter Grass). Este es un diálogo abierto consigo mismo, aunque hay un interlocutor K (quiźa un homenaje inconsciente a Kafka además de breves referencias y conversaciones con sus amigos de Irama Mesa 15). En el fondo creo que no quiere proponer nada ni demostrar nada (contrariamente a la intención manifiesta del libro). Solo mostrarse en sus lecturas y en su voyeurismo cinematográfico y en diálogo abierto, como diría Nietzsche irreverentemente en desafío y en espectativa. “en medio de este concierto enmarañado de ideas y de -discursos de poder, me toca tan solo hacer al lector la invitación de las ciencias y el arte de Platón y Aristóteles, de Sócrates, Schopenhauer y Nietzsche; una invitación a pensar el mundo”.
En realidad más que pensar el mundo lo quiere escribir, desde la lectura y el cine que inclusive se anteponen a la realidad y sin poder desprenderse de su formación historiográfica quiere también “comprender” aunque ya no con la pretensión del historiador. Como muchos ante el derrumbe de las utopías y los sueños de la razón se aferran no sin esperanza en el poder creador de la palabra.


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