La
historia no se repite, pero de ella, lícitamente podemos derivar
aprendizajes.
Muerto
el dictador, Juan Vicente Gómez, en 1935, se desencadena una feroz
lucha por la sucesión, desde las propias entrañas del régimen. Por
un lado la familia y otros factores de influencia y fundamentalmente
el estamento militar. El gomecismo se fragmenta y los principales
derrotados son el entorno familiar y asociados directos, imponiéndose
el neo-gomecismo liderizado por López Contreras y el sector militar,
lo cual le permite controlar la situación de gobernabilidad pero al
mismo tiempo lo obliga a una apertura inevitable y a una política de
reformas necesarias. Eleazar López Contreras venía del grupo
original tachirense y del Ministerio de Guerra y Marina. Hombre de
confianza del dictador, sin embargo tuvo la visión y la habilidad de
iniciar y manejar la transición con la inteligencia política
necesaria y que se resumió en la frase “calma y cordura”. Un
hecho clave y con fuerte impacto político y simbólico fue la
circunstancia de despojarse del uniforme y asumir el traje civil del
magistrado, así como reducir voluntariamente su período
presidencial de 7 años a 5 años. De manera adecuada había
entendido que el poder no podía ser ejercido de manera absoluta como
lo había ejercido el recién fallecido dictador, sino que para
garantizar la gobernabilidad el poder tenía que compartirse y abrir
los espacios necesarios a los sectores sociales y políticos
emergentes.
Eleazar
López Contreras, Presidente número 32 (17-12-1935 / 05-05-1941),
fue un Presidente que supo mirar hacia adelante y con fino olfato
político entendió que Venezuela había cambiado, de no haber
adoptado esta política de apertura y reformas el golpe de estado
hubiera sido inevitable. Supo atemperar el autoritarismo tradicional
de nuestros gobiernos y entendió que solo la mesura y el equilibrio
podían permitirle sobrevivir en el gobierno, al mismo tiempo que
orientaba y capitalizaba las emergencias de una sociedad en
movimiento y garantizaba espacio y participación a los nuevos
actores sociales y políticos, inatajables en su dinámica y fuerza
arrolladora, tanto, que en menos de una década ya habían asaltado
el gobierno y el poder como efectivamente ocurrió el 18-10-1945 en
alianza, como siempre en la historia política venezolana, con el
sector militar, el partido armado, siempre presente y en rol
protagónico en estos 200 años de República que no termina de
asumirse definitivamente como una República civil.
Eleazar
López Contreras, supo administrar el cambio necesario e inevitable,
evitándole traumas y violencias innecesarias al país y facilitando
la dinámica socio-política de un país en trance de futuro.
La
actual coyuntura histórica siendo diferente tiene mucho parecido con
los tiempos y las circunstancias de López Contreras. Vivimos una
transición que si no se propicia y facilita desde el propio gobierno
seguramente obligará a la República a vivir violencias y traumas
perfectamente evitables con una política de diálogo y concertación.
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