Título
evidentemente polémico, más que para afirmar una tesis, es para
suscitar una discusión. Igualmente el título encierra una
contradicción y refleja una paradoja o ironía, pero creo que no hay
otra manera de entender la vida y la historia sino desde la
contradicción, la paradoja y la ironía. Es la propia naturaleza
dual de lo humano y la dialéctica que expresa de alguna manera las
complejidades de la historia.
Chávez
y su logia conspirativa, más allá de sus ambiciones personales, es
un personaje fundamentalmente anacrónico, una proyección
inconsciente y fantasmagórica de la Venezuela rural del siglo XIX y
no es casual su identificación anímica y psicológica con su
antepasado Maisanta.
Políticamente
el personaje y su grupo desarrollan una ideología difusa y confusa,
expresada en la frase “El árbol de las tres raíces”, hasta
incorporar de manera coyuntural y oportunista los elementos del
marxismo criollo y el castrismo caribe.
Chávez
y el “chavismo”, quizás no era su intención, pero objetivamente
se convirtieron en los elementos destructivos tanto institucionales
como simbólicos de la Venezuela petrolera del siglo XX, y cuyo eje
definidor fueron los excesos del petro-estado a partir de la
explotación petrolera como protagonista absoluto de nuestra historia
contemporánea.
“El
legado” terminó siendo una hecatombe económica, social y
política, y con la destrucción simbólica de PDVSA el país queda
dolorosamente preparado para el siglo XXI, sin garantía de que esto
suceda a corto plazo ya que va a depender en mayor medida de nosotros
mismo acceder al siglo XXI plenamente o quedarnos en los pleitos
locales y tribales de nuestra sociedad anacrónica.
Lo
peor sería intentar una restauración del pasado o la prolongación
del presente, el futuro siempre está hacia adelante pero para
construirlo es necesario pasar de las creencias mitológicas
historiográficas a una auténtica historia liberadora que nos
permita aprender de nuestros errores y avanzar en democracia y
desarrollo sin pretensiones de inventar un sistema y un proceso que
ya la humanidad viene desarrollando desde hace varios siglos.
De
lo que se trata es de ser modernos, evolucionar, de una
pre-modernidad sustentada en la queja, literariamente y
simbólicamente representada en el Macondo de García Marquez y el
Comala de Juan Rulfo, y como dice el primero en “Cien años de
soledad” pueblos sumidos en el rencor, el insomnio y la desmemoria.
Sin
desechar la imaginación el futuro de una sociedad gira en torno a
una sola posibilidad, el talento educado y las oportunidades reales.
El futuro se construye y no se decreta, y nuestro problema reiterado
es que siempre hemos pensado que por decreto se puede hacer un país.
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