domingo, 16 de diciembre de 2018

La Política: Entre el Ser y el deber ser



La política es una ciencia(?) a-típica, tiene principios y reglas, pero casi nunca se cumple. Su realidad-real es la prevalencia del ambicioso y del codicioso, con todas sus patologías y cuyos "méritos" principales son la astucia, la hipocresía y la falta de escrúpulos. La política es necesaria y amerita una vocación muy particular, como la del médico, que existe para garantizar la "buena salud" como principio, pero en realidad son una consecuencia de las enfermedades. Sin enfermos no hay médicos. Sin sociedades "enfermas" no harían falta gobiernos. La política y el político "administran" carencias: materiales y emocionales de las "masas" (clases y grupos sociales) sus expectativas de bien-estar y ascenso social pero igualmente sus miedos y resentimientos. La política ancla en la economía, su principal ocupación, pero opera como teatro. En un mundo de fanatismo e intolerancia en una realidad llena de egoísmo y pre-juicios "monta" el teatro de las promesas y programas y calma al enfermo, incapaz de ser responsable de si mismo y lo distrae. Cuando Nietzsche proclamaba la "voluntad de poder" sintetizaba el principio universal o motor principal de la política: todos buscamos el poder en todas nuestras relaciones humanas (microfísica del poder la llamó Foucault) y el cargo mayor para el ambicioso mayor. Política y gobierno son necesarios pero no hay mayor aspiración (ciertamente utópica) que algún día merecer no tener gobiernos, como dice J.L. Borges. La vigencia del Príncipe de Maquiavelo se explica porque es una "descripción" anatomo-patólogica del político y la política, del SER de la misma y no de un DEBER-SER (de esto se ocupa la filosofía política, sus teorías y utopías).

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