La "confusión"
prevalece en Venezuela con respecto al conflicto político. Los del
régimen no-son-lo-que-dicen-que-son y los de oposición
creen-que-pueden-lo -que-no-pueden. Esta confusión no es casual, una
probable explicación sería: nuestro "nominalismo-cultural"
muy arraigado en nuestra educación y mentalidad. Confundir lo que
pensamos y deseamos con la realidad. Al venezolano en general nos
cuesta aceptar los "hechos" que no nos gustan o convienen.
Al pensamiento crítico y objetivo lo descalifican como "pesimista",
no nos gustan "las malas noticias", estamos "arruinados"
y decimos "pero somos un país rico", las cosas no pueden
estar peor, pero repetimos: "soy optimista". No somos una
democracia pero tampoco una "dictadura", el régimen
insiste en la "patria-feliz y la revolución bonita" (?).
La oposición, dividida y desgastada y "desconectada" de la
gente insiste en el "Vamos-bien-muy-bien" (?), los
opositores de "afuera" radicalizados y valientes, la
mayoría "sobreviviendo" y eso sí no es nominalismo, sino
dura y cotidiana realidad. De allí la necesidad de
VOLVER-A-LA-REALIDAD, “lo real siempre es racional y lo racional
siempre es real" (HEGEL), la locura tiene su "racionalidad"
como cada cosa real, como la economía, la política, como todo. El
problema es cuando la negamos. Nos empecinamos en negar la realidad,
porque "es fea"; "no-nos-gusta o no-nos-conviene".
De allí la frase de Nietzsche "cuánta verdad estamos
dispuestos a soportar en nuestra vida", "La verdad os hará
libres" es la gran verdad y la única verdad-verdadera es la
REALIDAD-REAL. Churchill prometió la "victoria" a los
ingleses, le tocaba, como líder político y jefe de gobierno, pero
no escondió ni disimuló la realidad y "fealdad" de la
guerra ni sus tragedias de lágrimas y sangre. Nosotros, ex-rentistas
cómodos (es mi tesis-histórica, perecimos por comodidad) preferimos
la ilusión del pensamiento mágico de que alguien nos va a
"resolver-esto" sin mayor sacrificio ni esfuerzo propio;
igual puede ser "dios" o Trump, El TIAR o la invasión o el
"golpe" o los "partidos" y/o
"aquí-cualquier-cosa-puede-pasar". La política no es
juego, ni una opinión, ni un torneo, ni juego-limpio, es una jungla
de intereses, codicia y ambición, sin menoscabo de probables ideales
y Valores y Principios y Teorías y Filosofías pero esencialmente es
una "lectura" objetiva de la realidad y una "praxis o
acción" con resultados. VOLVER A LA REALIDAD es una exigencia
de la política para "avanzar" en soluciones reales,
posibles, necesarias, viables, REALES.
miércoles, 3 de junio de 2020
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