Agradecido con la Editorial Clio por esta excelente edición de la
ANTOLOGIA POÉTICA DE LILIA preparada por Valmore Muñoz con su
introducción esclarecedora de los laberintos y silencios de Lilia y
el no menos importante texto de Angel Rafael sobre la poesía de su
mamá.
Cala hondo en los abismos de la sensibilidad vital de
Lilia, atrapada en el dolor inconsolable y al mismo tiempo exultante
de vida y alegría que otorgaba y recibía, agradecida y feliz.
Con
su memoria intacta de fantasía e imaginación de su infancia andina,
llena de nieblas, pesebres, juegos, familia, cafetales y un hogar de
pájaros y aljibe y muñecas y viajes imaginarios.
Ensoñación poética del paisaje que nunca la abandonó. En
cada lugar, en cada viaje, en cada paisaje, entraba en posesión
anímica con su espíritu cósmico y religioso. Habitaba desde el
alma, toda la creación, en una especie de ritualidad poética
panteÍsta, festiva, vital, plena, sin menoscabo de su profunda y
convencida fe mariana y crÍstica.
Su poesía es como un manantial, fresco y virginal en un bosque de
hadas y ensueños y al mismo tiempo toda la carga de angustia
existencial que vivió a plena consciencia desde su gran inteligencia
y vasta cultura, la idea de finitud de lo humano como tiempo
transcurriendo en el rÍo infinito de lo humano y su historia.
Todo, Todo y Nada fue el grito agónico de su propio y personal
vÍa-crucis, pero sin perder nunca su fe salvífica de eternidad en
la gloria de su creador. Amor y ternura. Amor y Poesía. Casi me
atrevería a afirmar que era su esencialidad humana. Nunca le escuché
una palabra de queja o de odio.
Rechazaba todo acto hostil o de
violencia, todo en ella y para ella era hermoso, la belleza era un
don que descubría en todo y en todos. Imaginaba un búcaro, rodeado
de flores, mariposas y pájaros y a la sombra del árbol sagrado de
la vida, su-familia, sus ancestros, sus seres queridos, y a todos
ofrendaba su sonrisa eterna.
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