Esta película fue calificada por Jorge Luis Borges como abrumadora y
genial. Innovadora en muchos aspectos, al mismo tiempo que una
herencia del mejor cine hecho hasta ese momento.
El argumento
se inspira de alguna manera, en una película de 1933, EL PODER Y LA
GLORIA; una memoria o retrospectiva de un personaje "visto"
por sus allegados. Un intento por "entender", desde la
exterioridad de sus actos, a un individuo importante, poderoso,
arrollador, pero que en su interior está marcado por la orfandad y
la ausencia afectiva.
El guión se inspira en un acaudalado
dueño de medios, ambicioso e influyente personaje de la vida real,
lo que permite desarrollar cierta visión critica de los "poderosos"
de la época, pero realmente es una vida que naufraga en su propio
"laberinto sin centro", como dice Borges. Un Teseo sin "el
hilo de Ariadna" que lo condena a un destino sin-retorno.
El
minotauro es el mismo. Es un acto de autofagia, de auto-destrucción.
Incapaz de amar, como un sol-negro, se consume, se "gasta y
desgasta" a si mismo y a todos aquellos que le rodean.
Su
palacio XANADU es su propio vacio-ostentoso, claustrofóbico,
laberíntico, cerrada su "entrada y salida".
La palabra
enigmática y que moviliza casi toda la acción de la película, es
un paraiso-perdido que termina en la purificación del fuego. Al
personaje principal no lo hunde la codicia, ni sus errores, ni las
infidelidades, sino la obsesión por el poder, nadie es un "igual"
sino instrumentos y marionetas de sus caprichos.
Orson Welles
crea un "personaje" y le da forma y figura que "consume
tiempo en el tiempo".
El niño, el joven arrogante, el
hombre poderoso que no acepta límites, el fracaso político sin
rendición y el resguardo en su reino privado, en donde su sombra
agigantada, termina aniquilándolo.
La película permite
múltiples abordajes, el técnico-formal como lenguaje y estética
cinematográfica tiene un gran valor didáctico y la interpelación
permanente al espectador.
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