miércoles, 19 de enero de 2022

Somos únicos en un tiempo único

 

"Sin salir de la puerta se conoce el mundo.
Sin mirar por la ventana se ven los caminos del cielo.
Cuando más lejos se sale,menos se aprende"
LAO TSE.

La denominada vida moderna de los últimos dos siglos es un impulso permanente a la exterioridad de nuestras experiencias y emociones. Ni hablar de las últimas décadas en dónde todas las tecnologías y redes sociales ha creado una exposición permanente hacia el mundo exterior. Todo se ha vuelto visual.
Nada es secreto pero al mismo tiempo todo se simula.

Creo que es Barthes quién dijo que la desnudez, todo a la vista, de la mujer, acabó con su misterio.
Cuando dejamos de imaginar dejamos de desear. Somos individuos expuestos y mientras más expuestos más indefensos. Es cómo haber cambiado la intensidad y vastedad del océano por la predecible piscina. El turismo anuló la aventura del riesgo y la novedad. Dedicamos tanto tiempo a "estar en sociedad" que vivimos todo el tiempo en simulación e imagen. El silencio y la soledad nos aterran. Huérfanos de privacidad, nos multiplicamos en muchos iguales indiferenciados.
Nos consume lo banal y las modas de todo tipo. Otros deciden por nosotros. El gobernante, el vendedor, el influencer, la marca, cualquier charlatán, el gurú, las auto-ayudas, etc. Todo lo que despersonaliza, sirve. Las generaciones zombis o robóticas se suceden en una cultura de la mediocridad y el conformismo. Hasta la rebeldía es una mercancía manipulada por los forjadores de "mercados y clientes" .La tecnología eliminó nuestros secretos, que es lo que nos hacía interesantes. Todos somos espiados y llevados a un banco de datos. Basta mostrar interés por algo para que nos inunden de ofertas similares o parecidas. Ir contracorriente es el único acto heroico que conozco para protegerme. De allí la cita inicial de LAO TSE. El viaje más interesante siempre es el de tipo espiritual. El silencio más elocuente siempre lo encontraremos en la cultura: un buen libro, una buena película, arte y música.

Sensibilidad y sentimiento y esa magia especial que llaman amor y amistad. Sin compromisos sociales de cumplimiento (cumplo y miento). Sin exigencias de si "me quieres haz esto". No somos mercancías.
Somos únicos en un tiempo único.

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