Otra tragedia para millones de personas. Lamentablemente no es ninguna novedad en la historia de la humanidad, pero que siga ocurriendo en el siglo 21 nos obliga a asumirlo como un problema "nuestro".
Para
los venezolanos es una realidad "experimentada",
dolorosamente por millones y lo más trágico sin mediar una "guerra"
o catástrofes naturales. Un régimen irresponsable e insensible, a
partir de 1999, empezó a desarrollar un proyecto político de poder
absoluto y la vía escogida fue la destrucción de una economía y de
todo el tejido y estructura social y el secuestro institucional desde
una pretensión de hegemonía ideológica y política y control
absoluto de la economía y la vida social. Lo hemos llamado:
"venezolanocidio o venecidio";
porqué en dos décadas
el país ha sido postrado y sometido a mengua en todos los ordenes, y
con particular gravedad en el orden ético de la sociedad.
No
merecíamos este destino, aunque como sociedad tenemos una gran
responsabilidad.
No valorizamos suficientemente nuestra
imperfecta democracia, se aplaudieron los intentos de golpes de
estado en 1992 y se eligió, quizás al menos preparado en momentos
tan difíciles de crisis del sistema rentista petrolera, crisis
partidistas y elites codiciosas y miopes.
Perecimos
por comodidad, complacencia y complicidad. Este es el
resultado,nuestra Venezuela en mengua y de futuro incierto y seis
millones de compatriotas dispersos en la diáspora. La única
"novedad" es que surgió o "se empoderó" a un
grupo de "nuevos ricos" aferrados al gobierno y al poder.
Estos
años 2022-2023-2024 son cruciales para definir nuestras próxima
década nacional, una democracia necesaria y una economía fuerte y
próspera. No es una ilusión pretenderlo siempre y cuando tengamos
la capacidad política de asumirlo, con sensatez, equilibrio y
pensando más en el futuro que en el pasado.
De
mi parte estoy convencido que es posible y vale la pena intentarlo.
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