sábado, 26 de noviembre de 2022

El mundo que viene, que ya está aquí

 

Una nueva guerra fría de larga duración,entre Estados Unidos y China y una tercera potencia nuclear disminuida, Rusia. En este escenario global inter-imperial de agresiva competencia, el principal problema va a ser evitar el holocausto nuclear. La globalización tecnológica y financiera y los mercados globales van a seguir existiendo en paralelo a un resurgimiento del nacionalismo, a pesar de la mengua histórica del Estado-Nación, cambio climático y todas sus implicaciones y derivaciones van a dominar de manera creciente la agenda internacional, por la simple razón que nos afecta a todos en el planeta. En particular la transición a energías no fósiles. La economía, como siempre, en sus ciclos recurrentes, va a crear mucho ruido y dolor, en particular como en la actual coyuntura de amenaza cierta de recesión e inflación en casi todos los países.


Llegamos a 8 mil millones de habitantes, la mayoría en Asia pero el continente de mayor crecimiento poblacional es África, próximo a duplicar su población, mientras en el resto de los continentes la tendencia es a un crecimiento moderado, incluidos nosotros en América Latina y en Europa a retroceder en población. Somos 8 mil millones y el apocalipsis no se dió. Los catastrofistas o profesionales del juicio final vuelven a fallar en sus pronósticos. Si algo ha demostrado la humanidad es su creatividad frente a las crisis, particularmente en las sociedades abiertas y de libertad. Las crisis históricamente son desafíos, lo que Arnold Toynbee llamó la teoría "reto-respuesta" para explicar el surgimiento de las grandes civilizaciones. El mundo siempre está en evolución y conflicto y la primera impresión es un gran desorden general, "caos-landia" pero en una perspectiva histórica y geo-política vemos como en el mediano-largo plazo, todo o casi todo tiene sentido y responde a un orden de intereses bastante racionales y objetivos. En el análisis del corto plazo es cuando nos hundimos en la subjetividad de nuestras creencias, pre-juicios, emociones y pasiones. Y la causa principal es nuestro presentismo de memoria corta o inexistente que conlleva la inexistencia de una consciencia histórica, individual y colectiva. Solo el conocimiento del pasado permite avizorar el futuro. Y el futuro no es un problema de brujos y adivinos sino de visión y proyección racional desde el presente real y objetivo. En América Latina, quizás también en muchos otros países, el principal problema es nuestro anacronismo como sociedad y por ende como Estado y gobierno. El futuro para nosotros tiende a estar guiado por el retrovisor, un buen ejemplo es la problemática de nuestros indígenas, se les mantiene en la marginalidad y miseria mientras se les exalta en el siglo 16. Igual sucede con los pobres y la pobreza, se les promete de todo mientras arruinamos la economía y los volvemos más pobres. Ni han leído a Marx, el socialismo prometido en la teoría marxista es posterior al periodo capitalista próspero y de acumulación de capital. Después de dos siglos, si hay una lección demostrada es que la economía de libre mercado es la que mueve y hace crecer la economía, paso previo necesario para empezar a resolver los problemas estructurales de la pobreza en nuestras sociedades. A mi me gusta hablar más

de economía social de mercado, para remarcar el sentido de servicio y solidaridad que debe tener la economía. El mundo sigue, la vida y la historia no se detienen y pretender reducirlas a ideologías y doctrinas particulares no es más que una expresión de nuestra minoridad.

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