Con sus más de 80 años a cuestas; con
sus principios intactos y su honradez a toda prueba, Domingo Alberto Rangel,
son de los pocos venezolanos que justifican la política y el quehacer
intelectual en nuestro país. Hombre comprometido y militante, en los años 40 y
50, fue un luchador prominente en contra de la dictadura y por un proyecto
democrático y revolucionario tempranamente distanciado del “betancourismo”
dominante en Acción Democrática, participó en la fundación del M.I.R. (Movimiento
de Izquierda Revolucionario) y después como independiente vertical, anarquista
vocacional y hombre de izquierda siempre ha sido un crítico consecuente de
todos los gobiernos venezolanos, de los 60 para acá; y del sistema político en
general, tanto de la mal llamada 4º como 5º República.
Frente al actual régimen ha sido
particularmente lucido, al no dejarse confundir por la retórica izquierdista
del presidente; él sabe muy bien, por su formación y experiencia que en
Venezuela ni gobierna la izquierda ni el proceso es una verdadera revolución.
Este es un gobierno populista más y el
intento de autocracia sostenido por las fuerzas armadas y una sociedad
anestesiada y cómplice.
D.A.R.
no se ha dejado confundir por el discurso antiimperialista, mientras que en la
práctica, con absoluto pragmatismo, se propician y facilitan los grandes
negocios a las multinacionales y en especial a las norteamericanas.
La otra realidad geo-política; el
discurso latinoamericanista, sustentado en la prodigalidad regalona e irresponsable
de nuestros recursos petroleros, lo ha llevado a favorecer los intereses de ese
otro imperialismo subcontinental, Brasil, y a una longeva y decrépita
autocracia del caribe.
D.A.R. lo ha dicho y denunciado de muchas
maneras; pero su destino de “profeta desarmado” lo condena a la soledad
política de una persona incómoda para el estamento político dominante, tanto en
la 4º como en la 5º, no creo que le importe mucho la soledad, se respeta a sí
mismo y nunca ha renunciado a su lucidez.
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