lunes, 16 de marzo de 2009

Civilizar la política

Esta expresión “civilizar la política” se la escuché a Simón Alberto Consalvi; refiriéndose a Rómulo Betancourt y a la convivencia política en Venezuela a partir del 23 de enero de 1958 y el llamado “Pacto de Punto Fijo”.

Efectivamente la política en nuestro país, tradicionalmente era la confrontación con el adversario hasta la destrucción o aniquilación del mismo. Así fue en nuestro siglo XIX y así fue hasta la muerte de Gómez en 1935.

Con López Contreras e Isaías Medina Angarita, eran otros tiempos y las cosas empezaron a cambiar en la dirección de una convivencia política más civilizada.

El petróleo con su ilusión de armonía ayuda a crear un clima de convivencia civil, no exento de confrontación y apasionamiento sectario; particularmente entre 1945 y 1958. Después tuvimos 40 años de convivencia política; que a veces terminaraba siendo “conchupancia” y complicidad, pero que en general caracterizó un largo periodo de debate democrático y alternancia republicana.

En 1999, con Chávez en el poder, vuelve la violencia verbal y política, la intolerancia y el sectarismo que afecta y permea toda las instituciones y en general toda la sociedad; hasta llegar a esa proclama sectaria e irracional del tristemente famoso “rojo rojito”.

En esta Venezuela confrontacional y dividida; aparte del mal ejemplo presidencial; están, sin lugar a duda, como ejemplo de lo antipolítico y de la barbarie, nombres emblemáticos como Ramírez y la desprestigiada PDVSA; la lista Tascón y ahora la lista “Russian” en el mejor estilo dictatorial y autocrático.

En Venezuela urge recuperar la política como respeto y convivencia civil y civilizatoria. La sociedad venezolana, tradicionalmente, se ha caracterizado por el alto sentido de la amistad y la solidaridad, no importando las diferencias. No tenemos ni hemos tenido “rollos” religiosos y raciales”; ni siquiera “clasitas”; hemos sido un pueblo, particularmente en el siglo XX; con un alto sentido de socialización y sociabilidad, y no lo podemos perder, a pesar de este intento trasnochado de fascismo tropical. La historia civil y civilizatoria es nuestra mejor tradición y en el siglo XXI esta tendencia tiene que imponerse definitivamente en nuestra sociedad.

Tenemos una vieja deuda histórica que saldar: Vargas debe vencer y prevalecer frente a Carujo: Fermín Toro, Cecilio Acosta, Rómulo Gallegos y miles de ciudadanos esclarecidos civiles y civilistas son nuestros verdaderos próceres, la historia civil es muestra mejor y más preciada herencia y con mucha más razón en un mundo que todavía no termina de conquistar la paz como el bien más preciado.

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