miércoles, 18 de marzo de 2009

Tema del traidor y del héroe


Este es un cuento, de Jorge Luis Borges publicado en su libro “Ficciones “de 1956, plantea allí el escritor un tema recurrente en la historia y la literatura, el de un héroe que a la vez es un traidor. En el cuento en cuestión la acción transcurre “en un país oprimido y tenaz” y habla de “un conspirador” un secreto y glorioso “capitán de conspiradores” que es un héroe de su causa; y al mismo tiempo un traidor a esa misma causa; el drama es que a la gente no se le puede decir la verdad, pero el traidor debe pagar su traición aunque se le siga presentando como héroe.
Este en uno de los dramas recurrentes de la historia, siempre se terminará traicionando algo o a alguien, para un bando es un héroe para el otro bando es un traidor.

En nuestra historia reciente se puede ejemplificar con el 4 de febrero de 1992, los conjurados traicionaron su juramento a la bandera y fueron fieles a su juramento en el Samán de Güere.

Fracasados en su intento golpista fueron juzgados y encarcelados. En 1998 acceden al poder y reivindican el 4 de febrero como una fecha gloriosa de la patria, cumpliéndose una vez más el principio que la historia la escriben los vencedores.

En nuestra crónica política actual el tema del traidor ha cobrado actualidad con el “pronunciamiento” del General Baduel.

En el golpe de abril del 2002 fue el héroe indiscutible, hoy es escarnecido como traidor por sus ex-compañeros.

Nos preguntamos si mañana ganara Baduel y perdiera Chávez ¿Quién es el héroe y quién es el traidor?

Dilema y drama de la historia, llena de falsos héroes y plagada de traidores. Sigue contando Borges su cuento con su magistral escritura: “El 2 de agosto de 1824 se reunieron los conspiradores. El país estaba maduro para la rebelión: algo sin embargo fallaba siempre, alguien traidor habrá en el cónclave.

Fergus Kilpatrick había encomendado a James Nolan el descubrimiento de ese traidor.Nolan ejecutó su tarea: anunció en pleno cónclave que el traidor era el mismo Kilpatrick. Demostró con pruebas irrefutables la verdad de la acusación: los conjurados condenaron a muerte a su presidente. Este firmó su propia sentencia, pero imploró que su castigo no perjudicara a la patria”.

Aquí termina el cuento pero la historia continúa en este drama de compañeros de armas, amigos y compadres, en donde nadie termina por saber quién es el traidor y quién es el héroe.

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