lunes, 26 de febrero de 2007

La guerra que viene

Un ex jefe de la “inteligencia” de Israel ha dicho que este “servicio secreto” maneja un escenario de guerra, entre la primavera y el verano del 2007. No sabemos si esto va a ocurrir y de hecho no deseamos que ocurra, pero la política y la historia nos obligan a detenernos en esta posibilidad. El historiador no conoce el futuro, aunque cree conocer el pasado, su mente y razonamiento trabaja por analogía, por aquello del “espejo lejano” que decía la historiadora norteamericana Bárbara Tuchman.
En el Medio Oriente todo apunta a una crisis bélica en el corto plazo. Líbano, Palestina e Israel están profundamente divididos, desestabilizados, confundidos y con miedo. Israel se siente amenazado como nunca por el fundamentalismo islámico de Hezbolá, Hamas e Irán (con su insistencia en negar la Shoa (el holocausto) y en su propio derecho a existir como Estado. Por otro lado, está el revanchismo Siria y su deseo de recuperar el Golan y el control sobre Líbano.
Los norteamericanos después de invadir Afganistán e Irak; están de retirada, después del informe bicameral y bipartidista o “informe Baker” en donde se plantea el hecho que la guerra en Asia Central no se puede ganar. Ello obliga al “imperio” a reposicionarse en Medio Oriente y Asia Central; con más bajo perfil y menos riesgo; aunque no piense retirarse de la zona y sus “bases” estarán allí por mucho tiempo; especialmente en Kuwait y Omán; como fuerza dinámica y decisiva si fuere el caso; si el control petrolero y estratégico de la región corriera algún peligro.
A los “halcones” de Washington, incluido el Presidente Bush, en sus dos últimos años de gobierno y con una casi segura derrota presidencial a favor de los demócratas, les interesa un importante “éxito” bélico y político en la zona, que justifique la política seguida en los últimos años; y allí es donde Israel es un aliado especial y oportuno, capaz del “trabajo sucio”, urgidos por su propia sobrevivencia como sociedad y Estado. Este “trabajo especial” pudiera ser bombardear y destruir las instalaciones nucleares de Irán (como años atrás hizo con Irak); de suceder esto la guerra no la para nadie; con una respuesta militar agresiva de Irán, Siria, Hamas y Hezbolá y todo el extremismo islámico de la región.
Si Israel prevalece; su triunfo es un triunfo de Bush y su gobierno; y les permitiría a Israel y E. U. reequilibrar la región a su favor, por un cierto tiempo.
Todo lo anterior pudiera ser una simple especulación; pero la historia nos enseña, lamentablemente, que este tipo de especulación a veces se convierte en duras y terribles realidades, con costos muy altos para la paz y la convivencia humana. En el escenario hipotético de la guerra en el Medio Oriente, Venezuela se vería afectada de manera peligrosa por la posición política de nuestro presidente en la región, de abierto apoyo a Irán, Siria y la causa palestina, y se cumpliría la ley de hierro de todas las guerras “el amigo de mi enemigo, es mi enemigo”, y de paso el gobierno Bush, temerariamente y de manera indirecta pudiera intentar “arreglar cuentas” con Chávez, sin descartar ninguna posibilidad para sacarlo del juego político y del escenario histórico.

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