domingo, 3 de febrero de 2013

Presidencialismo


El presidencialismo es la principal patología política en América latina. Casi todos los países la padecen o la han padecido. Gobernantes electos o accediendo al poder por golpe de estado, terminan aferrados al poder y buscan la reelección obsesivamente. La alternabilidad sigue siendo un principio abstracto y tiende a no ser asumido por la mayoría de los liderazgos y fuerzas políticas del Continente.
El releccionismo en América latina es generalmente admitido y solamente no está permitido en México (6 años dura el periodo presidencial); Guatemala (4 años); Honduras (4 años) y Paraguay (5 años). El presidencialismo se desarrolla en los últimos 200 años como una consecuencia directa de los procesos emancipadores y como alternativa negadora de las monarquías preexistentes. En la práctica permitió desarrollar en los nuevos caudillos y élite de poder un sistema “presidencialista- monárquico” como forma de gobierno y no forma de Estado aunque nuestras Constituciones formalmente eran creadoras de Repúblicas Federales y Democráticas, con elección y división de poderes.
El presidencialismo puede ser definido por diversas características (Revista Nueva Política, Noviembre, 2012): 1- El presidente – monarca usurpa y detenta todo los poderes y hace residir la soberanía en él mismo, en su voluntad omnímoda y arbitraria, pudiéramos decir con propiedad que todo descansa en su real-gana.
2- Poderes cómplices, tanto el legislativo como el judicial y electoral se subordinan al amo del poder. Los poderes públicos se convierten en los poderes del presidente. 3- El presidente otorga y quita los privilegios y su principal instrumento de gobierno, es la amenaza y el temor y su propia “legalidad”, con leyes a su medida tal como quería y expresaba el dictador dominicano José Leónidas Trujillo “A los amigos todo, a los enemigos la ley”. 4- El presidente es el jefe del partido, del gobierno, del Estado, de las Fuerzas Armadas, de las finanzas públicas y de los tributos, de las policías, de la política exterior, es decir el dueño y señor de todo o casi todo. Emulando a Luis XIV nuestros presidentes - caudillos pueden exclamar: el Estado soy yo. 5- El presidente también controla el poder electoral y aunque puede llegar a la presidencia por elecciones, nunca vuelve a perder un sufragio. El presidencialismo es nuestra principal enfermedad política y el primer obstáculo para desarrollar un verdadero proyecto republicano, federal y democrático.

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