sábado, 23 de febrero de 2013

Torre de David o la metáfora de una época


(Publicado por Jon Lee Anderson en www.prodavinci.com)

“Toda metáfora surge de la intuición de
una analogía entre cosas distintas”
Arístóteles. Retórica, libro III

Este es un reportaje cuya lectura recomendamos ampliamente ya que es una visión periodística, nada superficial, perspicaz e inteligente y que permite, de alguna manera, crear analogías interesantes entre un pretencioso edificio inconcluso producto de nuestras fantasías petroleras sauditas y la dura realidad de una sociedad que no terminó de constituirse plenamente en la modernidad y que ha vivido más de apariencias y buenos propósitos que de realidades tangibles a favor de una población que sigue siendo fundamentalmente pobre y llena de carencias no solo materiales sino intelectuales y espirituales. La Torre de David fue una fantasía convertida en pesadilla y que a nuestro juicio metaforiza o expresa de manera adecuada un proyecto nacional inacabado como hubiera podido ser el acceso a la plena modernidad gracias a la fabulosa riqueza petrolera si esta hubiera sido bien administrada y gerenciada con criterios modernos y honestos. No somos un país de delincuentes evidentemente, pero muchas de nuestras conductas cotidianas, individuales y colectivas, terminan configurando conductos delictuales y en ellos inscribimos la vieja tradición de la viveza criolla y la maraña del día a día a que obliga de alguna manera una economía caracterizada por la economía informal, casi 60% de nuestra fuerza laboral y una cuantiosa economía vinculada directamente a todo tipo de delito.
Caracas es una ciudad fallida y la Torre de David es quizás el símbolo más importante de ese fracaso...Vista desde la distancia, la Torre no da indicio alguno de sus problemas. De cerca, sin embargo, las irregularidades en su fachada son claramente evidentes. Hay partes donde los paneles de vidrio se han perdido y los agujeros han sido rellenados; en otras partes de la fachada, las antenas parabólicas y satelitales se asoman como hongos. En los costados no hay paneles de vidrio en absoluto. El complejo es un coloso de hormigón sin terminar —en el que habitan personas. Casas de ladrillo mal ensambladas, similares a las que cubren los cerros alrededor de Caracas como costras, han llenado los espacios vacíos dentro de muchos de los pisos. Sólo las plantas superiores están abiertas al cielo, como plataformas de un gran pastel de bodas. El decano de Arquitectura de la Universidad Central, Guillermo Barrios, me dijo: Todo régimen tiene su impronta arquitectónica, su icono, y no tengo duda de que la imagen arquitectónica de este régimen es la Torre de David. Encarna la política urbana de este régimen, que puede definirse por la confiscación y expropiación, por la incapacidad gubernamental y el uso de la violencia.”

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