viernes, 14 de septiembre de 2018

Juan Liscano (1915-2001)


A mi nieto Miguel Ángel Lombardi Vaimberg

Este intelectual venezolano desarrolló una acción cultural relevante y fue poeta y escritor de relieve. Como ensayista se ubicó en la línea del pesimismo histórico desde una perspectiva trágica y dramática de lo humano. Compartió la tesis que el mundo no tiene remedio ni final feliz, empezó la Tierra sin el hombre y terminará sin él, como lo han expresado importantes científicos e intelectuales, pero a pesar de ello, dice Liscano, no podemos evadirnos de la necesidad de buscar un sentido espiritual a nuestra existencia para intentar darle a nuestra vida un sentido trascendente.
Liscano reflexionó sobre la historia y se horrorizó de la misma, como expresión de la maldad y violencia humana.
Historia cainitica, que en nuestra época se expresó en las trágicas sociedades totalitarias nazi-fascista-comunista. Esta concepción totalitaria del Estado y de la Sociedad desde una ideología dominante o verdad única y con un soporte tecnológico avanzado, termino siendo la distopía negadora de todas las utopías de la edad moderna. Cuando la política y la economía; y la ciencia y la tecnología pierden su sentido humano y se niegan a sí mismas. Inhumanas o deshumanizadas nos conducen directamente al reino de la injusticia y de la muerte, en un presentismo suicida de alienación psicológica y cultural. El hombre moderno terminó solo, huérfano de sí mismo y caníbal de la propia especie.
En la tradición occidental: prometeica y fáustica se incurrió en un “delirio yoico” cuya expresión filosófica fue la filosofía de la muerte de Dios y la promesa de la razón tecno-científica de sustituirlo y el propio hombre convertirse en otro dios. Dice Liscano “No somos dueños de nada, ni de nuestro destino ni de nuestra muerte. Estamos pasando y tan sólo gozamos del privilegio de poder pensarnos y poder pensar un sueño confuso de divinidad si la necesitamos… Ya no se trata de salvar al mundo, sino de trascenderlo, de transfigurar su imagen, en el umbral donde la razón insuficiente entrega sus armas especulativas y se emerge en el infierno de la historia”.

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