1. Recomendamos no seguir
descalificando al profesorado de manera genérica y su sistema de
jubilaciones. El sistema puede ser inapropiado y hasta injusto, pero es legal y
forma parte de todo un sistema nacional inconveniente y distorsionado, como por
ejemplo: las jubilaciones parlamentarias, de la gerencia petrolera, militar,
etc.
2.
No olvidar que el profesorado
universitario es un asalariado, fuertemente golpeado por la inflación y la
crisis, lleno de traumas e incertidumbres.
3.
Sin ninguna duda la Educación
Superior y las Universidades necesitan ser reformadas a fondo en un proceso en
el cual deben involucrarse todos los sectores, internos y externos, públicos y
privados.
4.
Un reputado
constitucionalista afirmó que en Venezuela nunca se había legislado más y
peor. Este es un Congreso de precaria
legitimidad, en donde la cogollocracia bipartidista ha vuelto a prevalecer,
totalmente de espalda al país y frente a una opinión pública que los rechaza
abrumadoramente en todas las encuestas.
Primero fue el acuerdo para repartirse la directiva del Congreso;
después fue el nombramiento de la Corte Suprema de Justicia. Después la Ley Electoral y la separación de las
elecciones. Es decir se legisla de
manera oportunista y coyuntural; para el momento y los intereses
circunstanciales de AD y Copei. Igual
piensan hacer con la Ley de Educación Superior; Proyecto que nunca hemos
conocido en su versión definitiva y el que conocemos (versión del 17 de mayo del
98) se mantienen los mismos errores que en el proyecto conocido del 96 y del
97.
Se sigue interviniendo la autonomía en términos de un centralismo
asfixiante, aunque se disimula con los Consejos Regionales. Se establecen unas camisas de fuerza con la
Evaluación Institucional y las acreditaciones, con peligro cierto de
manipulación y corrupción. Las
Universidades tienden a ser intervenidas desde afuera por factores externos más
políticos/partidistas que socio/culturales.
En cuanto al financiamiento se asume una retórica neo/liberal sin
soluciones prácticas y se empuja a las universidades hacia el cobro de
matrícula aunque en la misma ley se mantiene de manera oportunista la gratuidad
de la educación. Se ignoran todas las
iniciativas y políticas que al respecto existen en el mundo y experiencias
exitosas de financiamiento con participación estudiantil y otros sectores.
Las estructuras administrativas y de gobierno que se proponen son
altamente burocráticas y sesgadas a la influencia partidista cupular, imperante
en el país.
En esta Ley el sistema de educación superior se mimetiza hacia
abajo; se legisla con el mismo criterio permanentemente uniformatizador para
las universidades y las instituciones universitarias.
No se toca a fondo el sector privado y mucho menos se establece un
marco conceptual y unas reglas adecuadas hacia este sector, crecientemente
importante y mayoritariamente orientado al simple negocio educativo.
Casi me parece una conspiración legislativa con lo que está
ocurriendo; una ley precipitada a última
hora, en un Congreso que fenece en 2 meses y fuertemente deslegitimado.
Otra vez la élite política legislando para el pasado y para
mantener incólume los viejos intereses de la partidocracia universitaria,
cambiar para no cambiar parece ser el sino de un sistema que lleva 20 años
muerto ni aprenden ni enmiendan.
El país; los universitarios en este caso, merecemos un mejor
destino, que se nos dé una verdadera oportunidad de cambio.
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