El Che,
un mito, sustentado sobre una recia personalidad y un destino trágico y
heroico. Supo vivir y supo morir, que no
es poca cosa, cuando el común de los
mortales nunca aprende a vivir y mucho
menos a morir adecuadamente.
En el Che se cumple de manera clara,
el yo y mi circunstancia de Ortega y
Gassett; algo que comprendió muy bien el Libertador, Simón Bolívar, cuando dijo
que de no mediar las circunstancias de la independencia no hubiera pasado de
ser Alcalde de San Mateo.
Igual el Che, vivió tiempos de
revolución y guerrilla y se hizo radicalmente guerrillero y
revolucionario. Su vida cubre la mitad
del siglo XX, que en América Latina fueron décadas de intensa modernización y
cambio en todas las ordenes de la vida social, con las limitaciones y
contradicciones de todo proceso de cambio acelerado y desigual. Vivió el Che la post-guerra y su secuela de
la guerra fría y el paso de nuestras sociedades de rural a urbanas.
América Latina para el Che no es una
abstracción sino una realidad histórica urgida de unidad y desarrollo y para
ello abraza el marxismo y se hace militante comunista y un permanente
adversario del imperialismo norteamericano.
Así lo vemos joven, médico recorriendo el continente en motocicleta,
identificándose en Guatemala con el gobierno de Arbenz. Viviendo en México con el exilio cubano que
preparaba la invasión a la isla y en donde conoce a Fidel Castro y decide acompañarlo
en su aventura del Granma, como médico y
allí mismo en la propia playa de desembarco, decide su destino, entre el
maletín de médico y la ametralladora, optando por ésta y convirtiéndose en el
Comandante rebelde que fue el resto de su vida.
La década del 50 en América Latina fue de dictaduras despiadadas y
furibundo anticomunismo, cuyo punto de ruptura fue el triunfo de la Revolución
Cubana en el 59 y en el Mundo la Guerra de Vietnam, que Estados Unidos pierde y
el proceso descolonizador en Asia y Africa y que sigue el
proteccionismo de los no alineados ideológicamente, nacionalistas y
antimperialistas. Este fue el escenario
internacional del Che y que él logra encarnar y simbolizar como nadie, dentro
del simbolismo e imaginario de la rebelión juvenil y estudiantil de los 60 y
70. Fueron décadas de apertura y
movimiento de la historia; de liberación política y subversión de costumbres. Es la época de los movimientos de liberación
de la mujer y de la militancia pacifista, antinuclear y ecologista.
La década del 60 es una época
altamente creativa, de utopías y sueños, por una humanidad mejor, todo estaba
permitido y todo era posible. Se creía
que la pobreza podría ser vencida y el desarrollo era la palabra/programa por
excelencia. Se combatía por la paz y
todos los pueblos y todas las minorías y excluidos exigían su lugar en el
mundo. El Che era uno de los héroes de
esta época y su martirio lo convierte en el héroe por antonomasia de la misma.
El Che es el icono de la modernidad
libertaria y revolucionaria, con su boina campesina y guerrillera; con su
estrella esperanzadora y su mirada de alucinado que reta a la vida y a la
muerte. El Che era una apuesta con el
futuro, un por/venir luminoso y bienhechor, un futuro cargado de promesas y
milagros. Su muerte lo redime y lo
convierte en un héroe/mito de nuestro tiempo.
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