Interpretar
a Chávez es ejercicio obligatorio porque el Comandante tiene una opción real de
poder; inclusive más importante que el candidato es el “chavismo” ese fenómeno
socio/cultural difuso, complejo y contradictorio que de alguna manera expresa
un sentimiento generalizado de rechazo al viejo sistema partido critico, que ha
arruinado al país y que ha empobrecido y nos ha llenado de temores e
incertidumbres frente al futuro. No hay
duda sobre el mensaje de Chávez: acabar con el pasado inmediato; la podredumbre
o cáncer terminal del sistema político.
Mensaje sencillo, que todos entendemos y la mayoría compartimos. Igualmente sencillo es el mensaje con
respecto al futuro: la Constituyente, el
método o el medio político/constitucional para acabar con el pasado que estamos
negando y abrir cauces al futuro prometido.
Todo lo demás es secundario o reiteración de lo mismo. El discurso se agota allí y en la promesa de
un país mejor sobre un planteamiento de rescate moral del mismo y un rescate
socio/económico afinado con algunas ideas y proyectos geopolíticos. Chávez no necesita más para ganar las
elecciones. Sus adversarios son torpes,
recurren a los viejos “clichés” para enfrentarlo y al miedo y no saben que el mismo llevó al
poder a Hitler y Mussolini.
La única
posibilidad electoral para enfrentar a Chávez es Salas Romer, siempre y cuando
evite alianzas indebidas y construya una referencia y una plataforma de
centro/izquierda.
Tiene que recuperar la confianza de la clase media
en una salida electoral no traumática y en la posibilidad de un gobierno
honesto y eficiente. Tiene que inspirar
confianza en los jóvenes y en un empresariado responsable y solidario.
Tiene que
penetrar los sectores populares con un mensaje esperanzador y no
populista. Salas Romer está obligado a
deslindarse del viejo sistema y crear un puente inteligente entre la Venezuela
de la democracia que surge en el 58 y el comienzo del tercer milenio. Tiene que proyectar, igual que Chávez, un
rechazo pero también un buen gobierno y un nuevo proyecto de país. Diciembre del 98 está lleno de incertidumbre
y el futuro plagado de interrogantes, algunos francamente preocupantes.
Hay tesis
catastróficas; de golpes de estado y antigolpes; de confrontación abierta y
violenta y hay tesis más tranquilizadoras que sostienen que nada va a pasar y el sistema se salvará y
los de siempre volverán a prevalecer,
no lo creo, estamos en un punto de ruptura y mi mejor hipótesis o simplemente
mi deseo es que se confronten Chávez y Salas Romer y sin sacrificar la
democracia formal el país elija entre las dos opciones, ambas reformistas y
ojalá que ninguna sea catastrófica, para el país y nuestra sociedad.
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