martes, 17 de noviembre de 1998

EL POST-MODERNISMO



Dice Ortega y Gasset en “La Rebelión de las Masas”: sentimos que de pronto nos hemos quedado solos sobre la tierra los hombres actuales...El resto del espíritu tradicional se ha evaporado.  Los modelos, las normas, las pautas no nos sirven.  Tenemos que resolvernos nuestros problemas sin colaboración activa del pasado.



           
 Esta orfandad absoluta se va a reflejar en el arte contemporáneo.  En una primera etapa  (1880)-1910) hay una reacción generalizada contra todo lo que se había hecho en los 4 siglos anteriores.



            Una segunda etapa (1910-1945) se caracteriza por una intensa búsqueda y experimentación de nuevas formas de expresión, sin llegar a cristalizar en una nueva visión del mundo.  Destruída la vieja síntesis burguesa, el proceso real de la segunda post/guerra no terminaba de caracterizarse y definir sus tendencias fundamentales, de allí que no será hasta después de los años 60 (tercera etapa) cuando se irá definiendo una nueva imagen y visión del mundo.



            Mallarmé caracterizó muy bien al artista en las dos primeras etapas.  Decía que el dominio del arte, cada cual pretende forjar su instrumento y expresar en un lenguaje propio su paisaje interior,  aunque el artista tenga que arrancarse del público y el arte marchitarse en el narcisismo.



            La segunda mitad del siglo XX ha sido otra cosa. La paz mundial, a pesar de los múltiples conflictos, ha sido garantizada por las dos superpotencias.  Se ha evitado el holocausto nuclear.  La humanidad ha reconquistado el derecho a la esperanza y la utopía. 



           La descolonización y el proceso de liberación mundial se ha generalizado y hecho irreversible.  El desarrollo se ha convertido en una aspiración colectiva.  Todas las sociedades tienden a abrirse a un proceso de reformas.



            El mundo, sin dejar de tener problemas y vivir conflictos de todo tipo, se ha ido asumiendo de manera cada vez más optimista, de allí esa fe en el futuro.  Desde los años 60 para acá, el futuro se ha convertido en una evasión y al mismo tiempo en una certeza.  La revolución científico/técnica lo posibilita y lo pone al alcance de todos.  El hombre está convencido que puede construir un mundo diferente y mejor.  Hemos trocado el viejo optimismo trágico por un nuevo humanismo, afincado en la fe en el hombre, en su capacidad de rebeldía y creación (Camus).  Creemos en la dignidad intrínseca del ser humano (Bretch, Mounier).  Y con el existencialismo, sabemos que el hombre está solo, pero rodeado por otros.  La soledad se ha transmutado en solidaridad.  El arte vuelve a reconciliarse con la sociedad. 



            Hoy por hoy, creemos que el futuro es posible y en él realizaremos nuestros mejores sueños.  En este clima y con esta convicción surge el post/modernismo.



            A partir de 1960 se empieza a identificar un nuevo tipo de sociedad que expresa el proceso económico y social marcado por la sociedad industrial y post/industrial y la tecno/ciencia.  La juventud de los 60 y su ideología se convierte en su mejor exponente.  Esta nueva realidad traducida a expresión cultural tendrá múltiples manifestaciones (cine, teatro, novela, música) pero especialmente a nivel arquitectónico.  Desde varias décadas anteriores “bajo la inspiración de F. Lloyd Wright y W. Gropius, la arquitectura había descubierto ya formas de expresión adaptadas funcionalmente a la nueva edad tecnológica.



            El hombre del siglo XX cree que ya está viviendo en el futuro.  Psicológicamente en esta perspectiva se coloca el post/modernismo.  Movimiento multiforme y variado, calificado de ecléctico, no termina de cuajar en una propuesta definitiva, siendo ésta quizás, su identidad fundamental.







         En esta tradición de lo nuevo, que se generaliza y populariza en la década del 70, destacan su fe en el progreso tecnológico, el vanguardismo y el progresismo social.   El artista se asume reconciliado con la sociedad y busca serle útil.



            La cercanía del tercer milenio ha generado todo un imaginario del siglo XXI.  Frente al temor de nuestro pasado reciente, se ha impuesto la fe en el futuro.  Como diría Nietzsche “Un optimismo que se imagina no tener barreras” fundado sobre un sentido hedonista y sensual de la vida.  Sobre la creencia en una felicidad terrenal para todos.  El post/modernismo en cierta forma expresa, no de manera consciente, la idea de utopía concreta que la generación actual proyecta.  La idea es darle una forma al futuro y algunos artistas (en especial algunos arquitectos) se han empeñado en intentarlo.



            El hombre nunca termina por escapar del pasado pero su interés fundamental es ir hacia delante, estar en la utopía y en después de la utopía.  Su memoria es bifronte.  “Nos hemos hecho sabios, no por medio de los recuerdos de nuestro pasado, sino por las responsabilidades de nuestro futuro”.




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