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El 18 de noviembre el zuliano festeja su máximo acontecimiento
religioso del año: el día de la Chinita. culto popular y fiesta del
pueblo, que define e identifica a nuestra colectividad regional. “Un
pueblo es siempre en la realidad algo de lo que expresa su mundo de
ideales trascendentes. Conocer la religión, los mitos, los ritos,
los demonios de un pueblo significa llegar a conocer su alma y su
cultura en el sentido más hondo”. En consecuencia estudiar el
culto a la Chinita es ahondar en el alma zuliana y adentrarse en la
identidad profunda del marabino, es decir en su historia.
La Iglesia Católica se Introduce en América en el siglo XVI como un
instrumento adicional de colonización, quizás el más Importante a
largo plazo; lo hace como una religión misionera y oficial que se
superpone a los cultos y religiones indígenas.
Durante el siglo XVI y XVII esta religión católica se enriquece a
través de un proceso sincrético que la convierte en una religión
popular sin dejar de ser Iglesia oficial y nutre los ritos, símbolos
y tradiciones de la fe popular, siendo su vigor tan acentuado y
original que en el siglo XVIII ayuda a definir la primera
manifestación cultural auténticamente americana: el barroco. El
culto a la Chinita forma parte de ese proceso y se ubica en el siglo
XVII, quizás como el primer culto local genuinamente americano, como
expresión real y simbólica de la nueva sociedad que se ha fraguado
a orillas del Lago.
Según la tradición (Padres Dominicos. De Pons y Aristides Rojas),
el culto tiene un origen netamente local, aunque existan antecedentes
y probables influencias foráneas como por ejemplo el culto a la
Chiquinquirá en los Andes de Cundinamarca, aparentemente anterior al
culto marabino: de allí que se hable en estos autores de lienzos o
imágenes preexistentes al milagro de la aparición de la Virgen,
mientras que en la tradición netamente “maracucha” que recoge
Juan Besson y que en cierta forma acepta la Iglesia, se habla de una
lavandera y una tablita arrojada por las aguas del Lago. “Una
lavandera se hallaba a orillas del Lago ocupada en lavar su ropa,
cuando observó que las olas acercaban a sus pies una tablita, que
ella empujaba de nuevo hacia el Lago. Ante la insistencia de la
tablita que regresaba a la orilla. la tomó destinándola desde el
mismo momento para tapar el matón (tinaja grande con agua para
beber) de su casa.
Llega a su choza e inmediatamente coloca la tablita como tapa sobre
su depósito de agua. Al día siguiente le llama la atención
repetidos golpes que oye sobre el matón y ve que la tabla se Ilumina
con luces deslumbrantes y que en ella aparece la Imagen de la Virgen
de la Chiquinquirá con San Andrés y San Antonio a los lados” (J.
Besson, Historia del Estado Zulia. T. 1 Pg. 166).
Para el culto es muy importante el origen lacustre de la imagen y a
partir de alli se desarrolla todo un ritual propio que con el tiempo
expresa e Identifica cada vez más la identidad regional, es decir,
el proceso real es asumido a nivel simbólico y expresado como
creencia religiosa. La cultura vive slemprc deseo de alcanzar una
síntesis definitiva entre sus componentes en conílicl (L.
Kolakowskl). Igualmente las creencias mágico/religiosas actúan como
canismos de legitimación social del poder y por ende Implican un
sometimie] al mismo tiempo que posibilitan una cultura de la
resistencia del pueblo, sus tradiciones y esperanzas. Esta dualidad,
contradictoria y dlaléctlca defir y limita el fenómeno religioso,
en este caso el culto a la Chinila es una sínte cultural regional,
una expresión del proceso histórico y el conflicto fundamen entre
dominados y dominadores.
En el siglo XIX con la Independencia entran en conflicto la Iglesia
Católica y la Sociedad Nacional no así los cultos populares, que se
afianzan y ayudan a definir la nueva consciencia nacional; la
religión católica ha sido una poderosa fuerza modeladora del
comportamiento Individual y social’ y su núcleo ético simbólico.
La consciencia nacional se fragua en torno a unas creencias, ritos y
tradiciones que llegan a representar la verdadera comunidad
espiritual de nueva nación.
El culto a la Chinita en el siglo XIX y XX se configura ya como un
culto oficializado y por ende peligrosamente manipulable pero
Igualmente como un culto popular en donde toda la carga de fe y
esperanza del pueblo zuliano se pone de manifiesto. A través de él,
se expresan e identifican rasgos fundamentales del ser colectivo: el
origen multlétnico, el culto hispano y la ritualizaclór indígena y
africana, en donde la música ha pasado ajugar un papel fundamen tal,
música convertida en gaita, que arropa las festividades y se
prolonga durante todo el resto del afio, creando ese “color local”
irrenunclablemente marabino. La Chinita y Maracaibo son inseparables
y su culto y festividades se han convertido en un punto de encuentro
de la zulianidad.
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