En la historia pendular de acuerdo a G. B. Vico, la historia de América Latina vuelve a oscilar hacia la izquierda; frustrada la revolución cubana y abortada la experiencia socialista de Chile con el sacrificio de Allende, nuestro subcontinente se entregó a la reacción dictatorial y a populismos derechizantes que plagaron de miserias e injusticias el continente latinoamericano, llegándose a definir la década de los 80 y 90, como las décadas pérdidas, con muy pocos excepciones. Producto del fracaso de estos gobiernos, el siglo XXI se inaugura con el triunfo en serie de poderosos movimientos populares identificados con liderazgos y gobiernos de izquierda: Chávez en Venezuela; Lula en Brasil; Kischner en Argentina; Evo Morales en Bolivia; Tabaré Vásquez en Uruguay, y la onda de izquierda parece continuar.
El drama es que por lo que llevamos visto se están volviendo a repetir los viejos cánones del populismo demagógico y autoritario que asoló a América Latina en el siglo XX; el continente pareciera destinado a no aprender de sus errores y devorarse a si mismo, en una historia cíclica.
Seguimos esperando por la modernidad política plena de unas democracias del y para el ciudadano, que sepan conciliar libertad y justicia para todos.
En esta hora latinoamericana tan difícil y compleja sólo el regreso a la realidad, más allá de las ideologías, nos puede regresar al sentido común y a la política en su acepción moderna de gerencia eficaz y administración eficiente. Al gobernante, no importa el cargo y la jerarquía hay que evaluarlo por sus hechos y no por sus palabras.
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