domingo, 23 de septiembre de 2012

Chamanismo y espectáculo o el regreso a la razón


La campaña electoral en curso luce, especialmente en el campo oficialista, desproporcionadamente mediática y mágica. Un candidato evidentemente limitado físicamente ha obligado a potenciar su campaña mediática, contando con los inmensos recursos del Estado y un CNE extremadamente permisivo con el presidente-candidato.
Como es lógico, el candidato opositor está explotando sus ventajas, la juventud y el vigor en primer lugar, que lo presenta deportivo y activo y además con una estrategia inteligente que le ha permitido consolidar su espacio natural de oposición y al mismo tiempo penetrar sectores tradicionalmente vinculados al candidato del gobierno. De cumplirse esta expectativa en el comando opositor se empieza a hablar de una avalancha electoral que permitiría acumular entre 1 millón y 1 millón y medio de ventaja, es decir, un 10% o más. De ser así, al gobierno, con todo y su ventajismo, le va a ser difícil minimizar o maquillar el triunfo opositor con una votación manipulada. Si el gobierno pierde, pero “gana”, como ocurrió en las parlamentarias, nos precipitaríamos, sin lugar a dudas, en una crisis de legitimidad y gobernabilidad que obligaría a las fuerzas opositoras a exigir el reconocimiento de su victoria.
El oficialismo va a insistir en el voto de interés y en el apoyo emocional y lógicamente en la descalificación del adversario. A pesar de que la sociedades y sus diversos sectores responden a intereses concretos, en la actual campaña presidencial todavía no está claro el peso que va a tener lo que he llamado el pensamiento mágico o chamanismo y la campaña como espectáculo. Programas y propuestas pasan a un segundo lugar y todo se reduce y resuelve en lo imaginario colectivo sobre bases publicitarias y programáticas para “vender al candidato”.
Urge recuperar en Venezuela el regreso a la razón, optar definitivamente por el futuro y abandonar este anacronismo fracasado de los últimos 14 años. Creo que el país lo ha venido entendiendo y de allí la ascendente candidatura de Capriles Radonski, con su perfil de joven profesional, honesto y competente y una experiencia de gobierno que lo avala como excelente gerente y buen administrador. No otra cosa necesita el país, ya basta de chamanismo y espectáculo y se hace necesario conquistar a plenitud un gobierno moderno, que se caracteriza por su eficiencia y pulcritud, que es un gobierno temporal y alternativo y una democracia perfectible y en ascenso y la construcción de la necesaria república federal diferida desde hace 200 años.

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