Las
sociedades que sucumben al miedo, se aíslan y se rodean de muros
mentales y físicos; así ocurrió con la muralla china que pretendía
ponerle límites al infinito y encerrar el vacío, terminó siendo
militarmente inútil y con el tiempo turísticamente atractiva. Así
le está ocurriendo a los norteamericanos con la infamante barda o
cerca para aislarse del vecino mejicano, una frontera de 3200 Km y
con un tráfico humano de millones de personas y con actividades
económicas cuantificadas en 14.000 millones de dólares anuales
solamente en drogas. Se empezó a construir en el 2006 con el apoyo
del 73% de los miembros del senado y por iniciativa del gobierno
reaccionario y belicista de Bush (hijo) y como consecuencia directa
de la histeria colectiva post 11 de septiembre de 2001. Una época
oscura para la sociedad norteamericana de intolerancia y
fundamentalismo muy parecido al infamante “macartismo” del siglo
XX. La cerca terminó siendo costosa e inútil, como la muralla china
y al retirarle el Congreso los fondos, en un rapto de sensatez quedó
como un monumento a la estupidez política y una afrenta a la
dignidad de un pueblo que se proclama democrático y que en su
momento puso total empeño en derrumbar otra cerca
ideológico-política como la llamada cortina de hierro y un muro
real como el de Berlín.
Hoy la
cerca inútil es motivo de burla y lógicamente no ha eliminado ni
disminuido el flujo humano entre los dos países y mucho menos
controlado la compleja problemática del tráfico de drogas. Como
siempre ha ocurrido en la Historia, las fronteras terminan
desapareciendo y los pueblos integrándose en una alquimia creadora
de culturas diversas. En el siglo XXI quizá este sea uno de los
principales desafíos, transformar las fronteras en territorios que
separan por territorios integrados y con ello ayudar a seguir
derribando tantas paredes espirituales y mentales que siguen
dividiendo a la humanidad.
No hay comentarios:
Publicar un comentario