sábado, 22 de noviembre de 2025

¿UNA NUEVA ERA HISTÓRICA?

La historia implica todo el pasado humano. Por más información que se tenga de ese pasado, lo perdido y olvidado sobrepasa en mucho lo conocido. Y esto, lo conocido, más allá del objeto material —documentos, libros, testimonios de cualquier tipo, desde una moneda hasta una piedra tallada— termina siendo interpretación. El espíritu humano de las épocas permanece y se diluye en las culturas y en el inconsciente colectivo.

La memoria construida, que llamamos historia, historiografía, biografía, cronologías, cartografías, etc., todas son representaciones e interpretaciones a posteriori. Siempre estamos en la historia, cada uno como presente, pero este presente, vivo y dinámico, se convierte al instante en pasado, y el futuro nos va alcanzando inexorablemente, casi sin darnos cuenta. En este río de la historia-vida que fluye, prevalece la incertidumbre; de allí el papel terapéutico de la historia, que construye memoria, nos da identidad y certezas, pero al mismo tiempo nos encierra en prisiones mentales, teorías y creencias que nos amparan en el presente y nos desguarnecen frente al futuro.

Todo lo dicho es a propósito de este galopante siglo XXI. El cambio de horizonte social y cultural, económico, político y geopolítico, junto al avance tecnológico indetenible, nos obliga a repensar nuestra “visión” del pasado. La era dominante eurocéntrica ha llegado a su fin.

El siglo XX fue su cima y su sima. Siglo bastante estudiado, aunque se sigue discutiendo y debatiendo hechos, personajes y guerras. Siglo complejo, como todo tiempo histórico, creativo y trágico. De esa agonía europea postimperial y postcolonial surgen, o mejor dicho, se hacen visibles continentes, pueblos y sociedades, países preteridos, ignorados, explotados, descalificados, pero ya en el siglo XXI de presencia fuerte y potente, que nos obliga a repensar casi todo, o por lo menos revisar teorías y perspectivas.

La idea no es hacer tabula rasa de los muchos conocimientos que la humanidad contemporánea acumuló y desarrolló, ni caer en la descalificación de la importante cultura europea. Pero lo que sí está claro es que el prisma eurocéntrico cada día va a ser menos pertinente. El mundo histórico del siglo XXI va a girar, cada vez con más fuerza, en los otros continentes, particularmente Asia.

 Ángel Lombardi

TORMENTA EN EL CARIBE


El mapa que reproduzco en este artículo lo tomo de la revista LIMES y muestra las esferas de influencia de los Estados Unidos. En este caso solo voy a opinar sobre la situación en el Caribe, que nos afecta directamente.

No se trata de una invasión, por la sencilla razón de que militarmente no sería una fuerza suficiente para invadir nuestro país. Basta pensar en Rusia, cuando invadió Ucrania en 2022: concentró 250 mil soldados en la frontera, un país mucho más pequeño que el nuestro, y llevan cuatro años de guerra. Los invasores han tenido que empeñar casi medio millón de soldados. De paso, rechacé esa invasión, como rechazaría una invasión a mi país o a cualquier otro país. Es cuestión de principios.

Tampoco es una lucha contra el narcotráfico. Es propio de los escenarios de conflicto crear narrativas o propaganda de ocultamiento, de parte y parte. El verdadero motivo tiene un fundamento estratégico de largo plazo: detener la creciente influencia china en el continente. En segundo lugar, existe un propósito coyuntural de limitar o terminar con gobiernos hostiles y, para lograrlo, se ejercen amenazas creíbles y directas, cuyas metodologías de acción son variables y flexibles, privilegiando movimientos “desde adentro” de tipo político y eventualmente militar, casi siempre vinculados entre ellos.

Estados Unidos, en este momento, está gobernado por una élite fundamentalista, racista, xenófoba y enfrentando una sociedad en crisis y profundamente dividida. Frente a ello, están reviviendo leyes, políticas y doctrinas del pasado para enfrentar el presente, propio de grupos y gobiernos reaccionarios. Trump y su gente lo son en grado sumo; de allí su lema: “Dios, patria y familia”, la ideología de grupo convertida en religión política.

En este anacronismo regresivo han desenterrado la llamada Doctrina Monroe de 1823, nunca enteramente sepultada. Esta doctrina implica el control hegemónico de todo el continente, hoy desafiado por China y su creciente presencia económica en la región, y en mucho menor medida por una Rusia en mengua. En esta resurrección del “monroísmo imperialista”, la primera zona de interés estratégico es el sur cercano: desde la frontera mexicana, toda Centroamérica, el Caribe insular y el norte de Sudamérica, donde estamos nosotros.

La intención inocultable es simple: cambiar de régimen en Venezuela y controlar de manera privilegiada el petróleo y todos los demás recursos. El propósito inmediato es lo primero, y no tanto recuperar nuestra democracia —que sería nuestro interés principal—, sino ponerle freno a la creciente presencia china y a la de cualquier otro país que ellos piensen que no les conviene a los intereses de Estados Unidos. Así actúan todos los imperios: imponer sus intereses por las “buenas o por las malas”.

El “cambio de régimen” es más frecuente de lo que se piensa en la geopolítica mundial. Todas las potencias lo han practicado y lo practican. Lo acaba de hacer Turquía en Siria. Estados Unidos, desde 1946, ha propiciado casi 80 cambios de gobierno en el mundo: con invasiones directas como en Irak, a través de guerras civiles e invasión como en Afganistán, o mediante conspiraciones internas y golpes de Estado.

El mundo está en proceso acelerado de creación de un nuevo orden global, con sus respectivos alineamientos y realineamientos. En América Latina se está viviendo este proceso. Los cambios son inevitables: cuando toca llegar, siempre llegan. No importa el tiempo, esto es variable en cada circunstancia nacional. Pero lo importante es cómo llega.

Ojalá que sea por vías democráticas y en donde los pueblos y naciones sean “sujetos de la historia”, protagonistas de su propia historia, y no “objetos de la historia”, cuando sean otros quienes decidan nuestro destino nacional.

Ángel Lombardi

sábado, 1 de noviembre de 2025

Maracaibo en tres tiempos

El primero es el del olvido: los tiempos prehispánicos, poco estudiados y poco conocidos. De lo que se habla es, básicamente, literatura hecha de leyendas y mitos, o de etnología, etnografía y antropología sobre los indígenas actuales, por cierto, casi en abandono total.

Hay pocos estudios serios. El estudio y la colección más importante de ese pasado, realizado por un equipo contratado por CORPOZULIA en su época fundacional y estelar, presidido por el Dr. Fernando Chumaceiro, andan errantes y sin doliente. Primero estuvieron en cajas, en depósito en CICASI; actualmente, según la última información que tengo, están en el MACZUL. Creo que no hay catálogo ni inventario. Parte de esa colección se presentó en el CAM-LB. Allí languidece en el descuido y el olvido.

Ese olvido abarca también nuestro siglo XVI y XVII, insuficientemente estudiado. Lo poco conocido se desdeña. Un ejemplo son sus tres fundaciones y fundadores: Alfinger, Pacheco y Maldonado. ¿A qué marabino se le enseña esto? ¿Dónde está la plaza de los tres fundadores? Apenas conozco la Calle Pacheco.

El segundo tiempo corresponde a los siglos XVIII y XIX, bastante estudiados por diversos cronistas e historiadores, particularmente el grupo de historia de la Facultad de Humanidades y Educación. En el imaginario colectivo ha quedado como el “glorioso ayer”: la ciudad portuaria, febril, fenicia, alucinada, del cacao y del café, cultivado este en las montañas andinas, incluido el Norte de Santander de Colombia.

Puerto, lago y ríos fueron los conectores de este sistema económico agroexportador, quizás nuestra primera y efectiva integración de toda la región zuliana y cuenca del lago. Fuimos, en aquellos tiempos, ciudad pionera y progresista, cosmopolita y abierta.

El crack económico del capitalismo mundial en 1929 arrasó con los precios del café, y este sistema agroexportador entró en crisis. Pero país afortunado, por lo menos en recursos naturales, ya teníamos petróleo en producción y exportándose desde 1914 con el Zumaque, y desde 1922 con el Barroso y el prodigioso campo costanero Bolívar.

Y este es el tercer tiempo, que continúa: el país y la región “amarrados” al petróleo. Si este va bien, en producción y precios, el país mejora y va mejor en sentido general. Es como un destino: el petróleo nos hace y nos deshace. Ayuda a crear una sociedad más moderna y una mentalidad más urbana y abierta. Una democracia social vía educación y un sistema político democrático, más de forma que de fondo.

Es nuestra contradicción y paradoja principal como región y como país. Necesitamos el petróleo, pero no podemos seguir dependiendo solo del petróleo. Y este es el desafío: acceder al cuarto tiempo.

Tiempo de encrucijada y decisiones, para una verdadera democracia y para una economía moderna. Para aminorar desigualdades, eliminar la conflictividad del “enemigo interior”, crear gobernabilidad respetando la Constitución, las reglas del juego democrático y estimular la convivencia civil y civilizada.

Y estimular la convivencialidad civil y civilizada.


Ángel Lombardi

66 Aniversario de la Facultad de Humanidades y Educación (LUZ)

Entrevista - Ángel Lombardi: 66 Aniversario de la Facultad de Humanidades y Educación (LUZ)

La Memoria Institucional es fundamental. Cada etapa tiene su significado y aportes, bases necesarias para seguir adelante.

En la etapa fundacional de nuestra Facultad, en mi condición de estudiante y dirigente estudiantil, tengo mi visión particular que quiero compartir. El Decano designado para la Facultad fue el eminente académico y posterior Rector de nuestra Universidad, el Dr. J.M. Delgado Ocando. Su separación o renuncia —no conozco las causas ni circunstancias— fue al poco tiempo de iniciadas las actividades, designándose como Decano al Dr. José Antonio Borjas Sánchez, otro distinguido académico.

En la galería de Decanos que se acompaña, hay que corregir la cronología en lo que respecta al Decano J.A. Borjas Sánchez, quien lo fue desde el mismo momento en que renunció el Dr. Delgado Ocando. En esa época, los dos primeros Decanos eran designados por el C.U., aunque en el periodo siguiente el Dr. Borjas Sánchez fue electo, y fue elegido con un gran consenso académico y político. Quizás por sus ideas, de persona culta y respetuosa del pluralismo, y por su personalidad abierta y amigable.

En un período de gran politización partidista en el país, recién caída la dictadura de Pérez Jiménez el 23 de enero de 1958, la política nacional y universitaria se generaba desde los principales partidos: AD, COPEI, URD, PCV. El Dr. Borjas Sánchez integró su equipo académico de Directores con militantes o independientes simpatizantes de los cuatro partidos, medida acertada, ya que con ello garantizó a la nueva Facultad gobernabilidad, estabilidad, desarrollo, convivencia y pluralismo.

En cuanto a su equipo de Directores y Profesores fundadores, jugaron papeles estelares. En Educación, la Escuela más numerosa y compleja, el Dr. Raúl Osorio; en Comunicación Social, los Profesores Sergio Antillano e Ignacio de la Cruz, verdaderos Maestros en el Área. En Letras, el Dr. José Pascual Buxo, Agustín Millares Carlo, Carlos Sánchez, José Antonio Castro, Esther María Osses. En Filosofía, el Dr. Adolfo García Díaz. En Bibliotecología y Archivología, su inspirador y fundador, el Dr. Agustín Millares Carlo.

Seguramente he obviado otros nombres importantes, pero estos nombrados eran para mí los más conocidos e influyentes. En Historia, el Maestro Luis Arconada, Juan María Echeverría y Manuel Caballero; y desde la UCV, con sus libros y conferencias, el Dr. Germán Carrera Damas.

Era una Facultad pletórica, vital, discutidora y crítica, así la recuerdo. Había otras dependencias y Menciones, y con figuras muy relevantes, pero no es mi propósito en esta nota ser exhaustivo ni pretender una historia de la Facultad.

En mi gestión decanal, fraguó la Carrera de Educación Física y Deporte, y la idea y propuesta fue hecha y elaborada por el Arquitecto Vera Guardia. Todo el mérito para él; apenas me limité a apoyar la idea y gestionarla como Decano.

Igualmente, el Proyecto de una Escuela de Arte para la Facultad, cuyos impulsores fueron varios amigos: Lía Bermúdez, Sergio Antillano, Francisco Bellorín, Ignacio de la Cruz y Lilia. Lamentablemente, no eran tiempos propicios.

Ya como Rector, se presentó el Proyecto, no de una Escuela de Arte sino de una Facultad de Arte, la actual FEDA, que tiene prehistoria, historia y los éxitos de su consolidación. Para definir el proyecto, se nombró una Comisión, y el aporte fundamental —a mi juicio— fue el de Manuel Espinoza y Alfredo Chacón, que en aquel momento dirigían en Caracas el Instituto de Arte Armando Reverón. Espinoza terminó dirigiendo el MACZUL.

Mi gran amigo Américo Gollo formaba parte de la Comisión inicial, igual que Andrés García y otros, y acertadamente se mantuvo la continuidad del Proyecto, siendo Rector el Dr. Neuro Villalobos, y con la acertada designación de Américo como Decano y su gran labor al respecto.

Nuestra Facultad de Humanidades y Educación ayuda a hacer grande a LUZ, y tres Rectores han salido de ella. 66 años de andadura académica, el futuro la sigue convocando, y estoy seguro de que nuestra Facultad le seguirá haciendo honor a su tradición.

En cada gestión decanal hubo importantes logros. Cada Decano dio lo mejor de su talento y esfuerzo. Cada periodo decanal tuvo sus éxitos y circunstancias diferentes. Cada Decano fue amigo de los otros Decanos; en las diferencias, todos nos respetamos.

Un hecho a destacar son las Decanas: Imelda, Ana Mireya, Ana Chacín, Judith —actual Rectora— y Doris. Mi cariño a todas.

Un recuerdo afectuoso al Dr. Delgado y al Dr. Borjas Sánchez, César David, Alfredo, Darío —gran amigo— y a Nerio y a Ángel. Larga vida.

Ángel Lombardi

viernes, 24 de octubre de 2025

Paz y Guerra

La paz es un bien inestimable y siempre apostaré a ella. Pero, lamentablemente, la historia enseña que la paz es un bien escaso en la historia de la humanidad, que el conflicto y la guerra siempre están allí, a la vuelta de la esquina.

Me alegra el alto al fuego en Gaza, pero la paz en la región está muy lejos todavía de lograrse.

En Israel sigue en el poder un gobierno belicoso y de raíces fundamentalistas, que quiere una victoria total. Y eso incluye como objetivo principal cambiar de régimen en Irán, según estos radicales, "la cabeza de la serpiente".

La impresión de expertos es que esta tesis es compartida por el gobierno de Trump y coincide con la estrategia de este de "la paz por la guerra o la paz por la fuerza", que de hecho Trump y su gobierno vienen implementando.

Primero, la presión o chantaje de la política de aranceles. Segundo, la amenaza directa militar creíble. Y en tercer lugar, la acción militar directa, puntual o masiva, según sea el caso. Tan brutal y maciza que evite un conflicto de larga duración.

En este escenario se ubica la región del Medio Oriente, región clave en términos geopolíticos, porque es el nudo o conexión neurálgica entre Asia, África, Europa y el punto de contacto del mayor volumen del comercio mundial marítimo Indo-Pacífico.

Mediterráneo-Atlántico, Mar Rojo-Golfo Pérsico, Canal de Suez y Mar Negro: vía principal para el abastecimiento energético y de mercancías de las principales economías del mundo, incluida China, India, Japón, Corea del Sur, Turquía y la propia Rusia, además del norte de África y Europa.

El escenario estratégico es una hegemonía militar de Estados Unidos e Israel y una alianza en la región con los países árabes sunitas, además de Egipto y Turquía.

Casualmente —que no es casualidad— todos los que están reunidos en estos días en Sharm el-Sheikh, en Egipto, incluido Pakistán, discuten el "plan de paz" en Gaza, que realmente es un proyecto geopolítico de intentar pacificar y estabilizar la región bajo la sombra de Estados Unidos y su brazo armado local, Israel.

Que se logre o no, y en qué plazo, nadie lo sabe, dadas las complejidades presentes y los imponderables propios de la historia.

Mientras tanto, en Ucrania y en la relación entre Estados Unidos y Rusia, y entre Rusia y Europa, sigue su propia dinámica regional. Es un tablero de ajedrez y el "juego" en permanente movimiento, mientras los medios, día a día, nos informan y desinforman, hablando del árbol o del hecho particular, mientras se nos esconde o disimula el "incendio" del bosque global.

Y esta es la importancia y necesidad de la visión y el análisis histórico y geopolítico.

En esta perspectiva, también nuestro subcontinente al sur de Estados Unidos está en movimiento, y de allí los "juegos de guerra" del imperio en el Caribe, que nos afectan directamente.

El gobierno de Trump no quiere gobiernos hostiles en su entorno más inmediato, y menos presencia rusa y china o de cualquier otro rival imperial.

Por el lenguaje que se viene usando, la "paz por la guerra" permite presumir acontecimientos probables, pero de eso nadie lo sabe con certeza… hasta que ocurran. Si van a ocurrir.

Y está el agregado adicional en estas problemáticas con efectos o repercusiones globales: la profunda crisis interna que se está viviendo en la propia sociedad de los Estados Unidos. Una crisis cultural y de identidad que viene fracturando a ese país, y que algunos —pocos todavía— hablan hasta del riesgo de una guerra civil, dado el carácter mesiánico e impredecible de Trump, cuya reelección, con 77 millones de votos, expresa el sentimiento más racista y xenófobo de esa sociedad.

El cambio demográfico y cultural en curso, desde hace más de tres décadas, cuya representación política es el llamado movimiento MAGA.

Tiempos nublados, sin lugar a dudas. Pero sin abandonar la esperanza de un mundo mejor y más pacífico.

Como está escrito en el escudo de nuestra Alma Mater, la Universidad del Zulia (LUZ): Post Nubila Phoebus "Después de las nubes, el sol."

 Angel Lombardi

miércoles, 15 de octubre de 2025

ENTENDER EL CAMBIO MUNDIAL

 Para comenzar, hay que mirar con atención el "NUEVO" MAPAMUNDI. Europa ya no es el CENTRO de la Historia. El "eurocentrismo" queda como historia del pasado; la llamada historia universal se ha desplazado ya a Asia, concretamente al todavía llamado "lejano oriente".

En Asia se concentra la mayor parte de la población mundial, las manufacturas del mundo, recursos naturales importantes y el mayor dinamismo tecnológico. Cuando digo Asia, no piensen solo en China; allí están Rusia, India, Japón, Corea del Sur, Taiwán, Singapur, Australia, Indonesia, toda Asia, incluida la que seguimos llamando Asia Central y Medio Oriente o Cercano Oriente, es decir, Pakistán, Irán, Turquía, Israel y los llamados países del Golfo petrolero.

En la misma perspectiva de "novedad" está el Continente Americano en su totalidad: la primera potencia mundial todavía, y por ahora, los Estados Unidos y NOSOTROS, este multiforme subcontinente que simplificamos al llamarlo indebidamente AMÉRICA LATINA o LATINOAMÉRICA, invento francés del siglo XIX y que han popularizado los medios de comunicación y el uso.

La AMÉRICA NO ESTADOUNIDENSE es heterogénea y multiforme, que el pensamiento infantil de la ignorancia se empeña en seguir generalizando y no identificar en sus particularidades.

El futuro ya llegó y está en acelerado desarrollo, y como siempre ha sucedido en la historia, unos países lideran desde la locomotora educativa, tecno-científica, económica, social, política y geopolítica. Otros países van en la primera, segunda, tercera locomotora y otros muchos en los vagones y furgones de cola. Cada lector puede hacer su lista y ubicación, de acuerdo a su gusto.

La historia es CAMBIO por definición; lo que sucede es que hay tiempos "rápidos" y tiempos "lentos". La historia es continuidad y, cada tanto tiempo, ocurren "discontinuidades". La historia es caos y orden, orden y caos, estabilidad y crisis, y viceversa. Esto no funciona sincrónicamente, sino de manera asincrónica, y así, cada país tiene sus "tiempos", y el orden geopolítico global, igual.

Hoy estamos en esas dinámicas o procesos, de duración indefinida, de crisis y cambio, en el caso nuestro a nivel interno y de crisis global, cuyo año marcante político fue 1991, con el colapso o "suicidio" de la Unión Soviética (URSS) o Rusia Comunista.

A ello agréguese, en los últimos 50 años, la China actual como potencia desafiante a la primacía de Estados Unidos, y lo que podríamos llamar la profunda crisis de identidad que viene dándose en la sociedad norteamericana desde hace, por lo menos, 30 años.

Estamos en pleno reacomodo global geoeconómico y geopolítico; su duración y características no son previsibles. Profetizar es de necios, decía Kant.

El riesgo de conflictos es alto; ya los estamos viviendo: unos ciento ochenta en curso en los últimos treinta años, con diez millones de víctimas en su conjunto, sin tomar en cuenta la invasión de Rusia a Ucrania, el conflicto palestino-israelí, el genocidio en Gaza y los martirizados cristianos en algunos países de África.

Para entender este complejo proceso de DES(ORDEN) mundial, que va a cubrir buena parte del siglo XXI, hay que abandonar buena parte de nuestras teorías, ideologías, ideas y perspectivas al uso, nuestras "trampas o jaulas mentales", incluidos nuestros prejuicios y preconceptos, alimentados por la costumbre y la pereza o incapacidad de ver y pensar las novedades sociales, económicas, políticas, culturales. Y que novedad no significa ni moda ni la noticia-escándalo del día.

Desaprender para aprender: ese es nuestro desafío educativo, a nivel personal y colectivo. El mundo está cambiando, lo que nos obliga al cambio de perspectiva y mente abierta. Hay que "agiornarse", porque somos historia y estamos en la historia, hasta el último aliento o, cuando menos, mientras nuestra salud mental lo permita.

Ángel Lombardi Lombardi

domingo, 28 de septiembre de 2025

Maracaibo: 496 años de fundada

 Una ciudad, cualquier ciudad, para sus habitantes, es la casa grande. Como habitante de esta, mi casa grande, la disfruto y la padezco, como todos.

En nuestro caso específico, Maracaibo cumple 496 años, con su historia a cuestas. Con poca memoria colectiva de esos casi cinco siglos, un presente precario y rodeado de incertidumbres —como el resto del país— y un futuro que se nos escapa.

Mientras el siglo XXI avanza, aquí uno tiene la sensación de un tiempo detenido y regresivo. Me gusta pensar en el futuro, y veo a mi ciudad en descuido con respecto a él. Algunas ideas generales andan por allí, y algún que otro proyecto, pero los percibo más como buenas intenciones o francas ilusiones.

El futuro tiene por fundamento el pasado y, principalmente, el presente. Sin una base financiera y económica sólida, la mejor idea, el mejor plan y proyecto para mañana terminan en gavetas burocráticas o informes que nadie lee ni toma en cuenta.

Sé que hay personas e instituciones que hacen un gran esfuerzo para mantener viva y en progreso a la ciudad, pero tanto el político como el gobernante viven y actúan en el corto plazo, casi siempre pensando en la próxima elección.

El empresario, grande y pequeño, no planifica sino para el corto plazo, porque para ellos todo son amenazas: desde un entorno sin legalidad verdadera, sujetos a las arbitrariedades del poder, hasta la atmósfera de corrupción presente en todas partes y a todos los niveles.

Una sociedad, una ciudad así, no progresa: sobrevive a sí misma.

Maracaibo, igual que todo el país, necesita descentralizarse. En el caso de nuestra ciudad, debe “municipalizarse”, por lo menos en uno o dos municipios más —municipio Oeste (después le ponen el nombre que quieran).

Otro proyecto viable desde ya es la arborización masiva. Bastaría una ordenanza perentoria y que se cumpla, para un compromiso real de todos los habitantes, instituciones, empresas, sectores públicos y privados.

El resto son quejas y deudas pendientes, acostumbradas: aseo urbano, agua, electricidad, vialidad (huecos incluidos), transporte público y un largo etcétera. Los problemas son reales; las soluciones, hasta ahora, son promesas.

Maracaibo y el Zulia han perdido esa primogenitura que tuvimos en la segunda mitad del siglo XIX y XX. Hoy está en mengua, porque también el país lo está. Pero creo que, en términos de iniciativas públicas y privadas, y en términos gerenciales y administrativos, se pudo haber hecho en la ciudad más y mejor.

También hay que asumir nuestras responsabilidades colectivas en términos de ciudadanía. Muchos dejamos mucho que desear. Nos quejamos y criticamos, pero nuestras conductas cívicas, en muchos casos, hablan de desorden, anarquía, exceso de individualismo y mala educación.

Brindo por mi ciudad, y espero que en los 500 años, además de los actos protocolares, tengamos algunas cosas buenas que mostrar.

 Ángel Lombardi

Origen del mito de país rico que creemos ser

 Colón, navegante convencido de la redondez de la Tierra, intenta llegar a Asia por Occidente. Su itinerario comienza en España; navega hacia el sur, bordeando África, pasa por las Azores y Canarias, y enrumba hacia el oeste, adentrándose en lo desconocido, hasta que “tropieza” con islas y tierras que pronto se da cuenta que no pertenecen a Asia.

Poco después, a estas “nuevas” tierras las llamarán Orbe Novo, luego Indias Occidentales. En 1508, un cartógrafo utiliza el nombre de América porque había conocido algunas cartas escritas por Américo Vespucio que hablaban de estas nuevas tierras que él estaba cartografiando, y utilizó la frase “tierras de Americus”.

Miranda, Bolívar y otros, en los siglos XVIII y XIX, pensaban que era injusto que el continente no llevara el nombre de su descubridor. Por eso, Miranda archivaba sus papeles referidos a esta, su tierra de origen, con el nombre de Colombeia, castellanizada por Bolívar en su proyecto geopolítico de 1819 como Colombia. Esta no representaba la unidad del continente iberoamericano, y mucho menos de América Latina, expresión que fue inventada por Francia para legitimar su invasión a México y diferenciar esta parte del continente de la controlada por ingleses y estadounidenses.

Esta tesis historicista y este nombre fueron usados por primera vez por Eugenio María de Hostos en 1854, en una gacetilla de Nueva York de un pequeño grupo que venía planteando la emancipación de Puerto Rico y Cuba, todavía colonias de España.

Después, el modernismo y romanticismo literario y político de finales del siglo XIX y comienzos del XX —con J. E. Rodó y otros, mediante el movimiento arielista—, en plena expansión imperialista de Estados Unidos, fijaron como denominación dominante lo de Latinoamérica y latinoamericano, tratando de negar con ello la condición de hispanoamericanos.

En temas identitarios, siempre se “pelea” por el nombre.

Regresando a Colón: después del primer viaje, siempre bajaba más al sur, y así es como “tropieza” con lo que él vio claramente y llamó “el continente austral”, al encontrarse con la desembocadura del Orinoco. Pensó, con lógica de navegante, que tal caudal de agua no podía venir de una isla, sino de un continente.

Intuyó a Sudamérica desde nuestra tierra venezolana, concretamente el oriente: Trinidad, Paria, etc. La llamó Tierra de Gracia, y le impresionó tanto la naturaleza y la gente que, en su tercera carta, dice expresamente que, siendo la Tierra redonda, tenía forma de pera, y la parte de arriba —“como el pezón de una mujer”— era el lugar físico del paraíso de Adán y Eva.

Quizás este sea nuestro mito nacional fundacional, completado con la idea posterior de El Dorado y, en el siglo XX, del petróleo y la idea de país rico.

Los mitos marcan una identidad y son indestructibles, aunque hoy sabemos que con mitos no se progresa.


Ángel Lombardi

jueves, 4 de septiembre de 2025

La Ideología de Trump

 

La Ideología de Trump: Nacionalismo, Poder y Miedo al Cambio

Como individuo, Donald Trump puede ser caracterizado como un “impresentable”, un caso psiquiátrico, un negociador gangsteril, pero realista y pragmático. Pretende imponerse siempre y ganar como sea, por las buenas o por las malas. En este sentido, es una persona de poder, acostumbrado al éxito, a tener lo que quiere y lograrlo sin límites morales ni principios. Una persona peligrosa, agresiva y manipuladora que, en mis relaciones personales, trataría de tener bien lejos. En palabras simples: un “maloso”, un tóxico, como se dice.

Pero el hecho de que haya sido electo dos veces presidente de su país —y la segunda vez por 77 millones de estadounidenses— y que además tenga tantos admiradores y seguidores en muchos países, en particular venezolanos de adentro y afuera, y en este confuso y errático espacio llamado América Latina, obliga a preguntarse: ¿qué representa y a quién representa? ¿Cuál es su ideología?

Llamarlo de “derechas” sería lo más fácil, pero en el siglo XXI, izquierda y derecha ya no significan lo mismo que en el siglo XX. Conservador o neoconservador lo es, en cuanto se identifica con un nacionalismo sectario, racista y xenófobo, WASP (blanco, anglosajón, protestante). Cree fanáticamente en el dios de América, aunque él, en lo personal, no es nada religioso. Cree en el destino manifiesto de Estados Unidos como “pueblo elegido” y en su propio destino personal mesiánico para “salvar América”, tal como lo dijo cuando sobrevivió al atentado durante la campaña electoral.

Su lema “America First” y el movimiento MAGA son su principal plataforma electoral y política. Los objetivos de su mandato: asegurar las fronteras frente a los “bárbaros” externos e internos y enemigos estratégicos, básicamente China. De allí la “fortaleza americana”, reproducción simbólica de los fuertes o cuarteles de frontera en la conquista del Oeste.

No solo se aspira a la primacía, sino a la hegemonía. Y para tal propósito, China es el principal adversario. Para ganarle, hay que fortalecer la economía de Estados Unidos y ganar la carrera tecnológica de la inteligencia artificial, la conquista del espacio y todo lo que haga falta para mantener una superioridad militar aplastante.

A mi juicio, esta es la ideología de Trump: un nacionalismo a ultranza, que lo emparenta con las ideologías ultranacionalistas totalitarias del siglo XX —fascista, nazi e incluso comunista— aunque en este último caso me refiero no al comunismo internacionalista y proletario de Marx, Lenin y Trotsky, sino al comunismo patriotero de Stalin y sus herederos, de la “madre Rusia”, el alma eslava y su Iglesia Ortodoxa, que hoy tan bien representa Putin, un autócrata con 25 años en el poder y sin ganas de dejarlo, aunque Rusia ya no sea un país de economía comunista.

Este “cóctel” ideológico ayuda a explicar los fans de Trump, dentro y fuera de su país. Una hibridación de ideas, emociones, creencias y presuntos “valores o principios eternos”. De allí esa recurrencia permanente a las palabras: dios, patria, orden, familia, tradiciones. Y el rechazo patológico a lo diferente, diverso, al pluralismo y la tolerancia, y la adhesión ciega a una identidad primaria, infantil y tribal.

En el fondo, en el inconsciente, esto es producto del miedo al cambio y al caos. Por eso las reacciones son agresivas frente a quien no piensa como ellos, poseedores de la “verdad única”. Todo el que disienta es el “enemigo” que tiene que ser combatido y anulado. Un llamado directo a la violencia.

Por eso el lenguaje que usan es agresivo y descalificador, y la violencia directa se justifica cuando lo creen necesario. En el fondo, toda ideología es una pretensión de justificación y legitimación del poder. Todo “ismo” es útil, y el más poderoso sigue siendo el nacionalismo, aunque el mundo marche indeteniblemente hacia la globalización o mundialización, en el sentido de la interconexión tecnológica, económica, cultural y social.

La paz es un problema de todos. El cambio climático igual. Los derechos humanos no responden a nacionalidades. Igual las libertades individuales, que incluyen el libre pensamiento y la libertad de creencias. Las economías cada vez más integradas. Los “muros” fronterizos y la exclusión no son la solución.

Historia y Política

 La historia es la multifacética realidad diaria, diversa y compleja, siempre en movimiento. La política es uno de los componentes de esa realidad, quizás el más visible, cuyo objetivo es expresar las necesidades objetivas de la gente y sus legítimos intereses, que en la práctica se traducen en la lucha por el gobierno y el poder.

La política es expresión del conflicto inherente al todo social y de los intereses divergentes o complementarios de los diversos sectores o grupos.

En un plano internacional global y complejo, la política se inserta como una necesidad inevitable de comercio, relaciones, convivencia o desencuentro, incluida siempre la posibilidad extrema de la guerra. Política interna y externa son inseparables y se retroalimentan. Toda política interior define la política exterior en el marco de un mundo de Estados nacionales.

Cada Estado expresa, plantea y protege sus intereses nacionales. Lo llamamos de manera simplificada “soberanía”, pero en el entendido de que esa soberanía no sea percibida como amenaza o agresión a otro Estado.

De darse una situación de conflicto y fracasada la diplomacia, todo se reduce a una relación de poder, y siempre gana el de más poder. Por una razón muy simple: la naturaleza de la política, que se sustenta discursivamente sobre principios y valores, y presuntas doctrinas e ideologías absolutas, pero que en la práctica de la disputa, la fuerza se impone y los principios son relegados.

La historia lo refleja de manera permanente, y la historiografía —siempre a posteriori— lo trata de explicar. Pero estas explicaciones realmente son interpretaciones, altamente contaminadas por la subjetividad e intereses del propio historiador y, lo que es inevitable, por su propio tiempo.

El presente siempre contamina el pasado, y el pasado, por muy parecido que sea con el presente, siempre es único, como único es cada presente.

La historia es lo humano, completo y diverso, uno y diferente, como definen las culturas y la antropología. En la historia no hay héroes ni dioses, sino seres humanos con virtudes y defectos.

El hecho de que destaquen algunos nombres por sus talentos, éxitos o atrocidades no debe confundirnos. Los motivos de los humanos son múltiples y complejos, y muy condicionados por su sociedad y su tiempo.

La codicia y la ambición forman parte de nuestra naturaleza, aunque tienden a presentarse disfrazadas. Igual el “deseo mimético”, inseparable del individuo y de las sociedades.

Ángel Lombardi

Un País Llamado Venezuela


Todos los venezolanos lo conocemos bastante bien. Es lógico: formamos parte de él. La suma de todas las generaciones que nos precedieron “hicieron” esta Venezuela nuestra, que nos da identidad y nacionalidad.

Aunque nuestros orígenes siguen en disputa, el mestizaje —fácilmente constatable, por lo menos antropológicamente— nos da una respuesta. Somos lo que somos. Somos nuestros territorios, usos y costumbres, locales, regionales y nacionales.

Somos una manera de pronunciar el español, con sus respectivos modismos. Territorio, idioma, usos y costumbres, cultura general compartida y una historia nos identifican, a nivel consciente e inconsciente.

Esta etnogénesis y etnohistoria, tan esquemáticamente expresada, se complica cuando nos planteamos el tema del conocimiento histórico profesional, con sus interpretaciones y variaciones, y sus relaciones con la memoria histórica colectiva y la conciencia histórica general.

En esta relación necesaria, dinámica, dialéctica y contradictoria, el mayor conflicto es entre el conocimiento histórico profesional —en ampliación y discusión permanente— y la historia oficial, que mantiene su inercia escolar y nutre el discurso oficial de los gobiernos de turno. Discursos absolutamente ideológicos y utilizados para legitimar la conquista del poder y su conservación.

Aquí es donde sufre grave daño la memoria histórica colectiva y la conciencia histórica general.

Eso explica, en parte, el frecuente extravío político de pueblos y sociedades, y el retraso permanente en llegar a la cita obligada con el futuro. Mariano Picón Salas lo vio muy claro cuando ubicó el comienzo del siglo XX venezolano en 1936. Creo verlo igualmente claro y repetido en este siglo XXI, que no termina de llegar a nuestro país.

Nos agota el anacronismo de más de lo mismo, empeorado. Ese nominalismo medieval de creer que la palabra demagógica, preñada de ilusiones y promesas, y la simple retórica política de un cambio y un futuro ideal, que prometiendo paraísos construye purgatorios e infiernos reales, en el aquí y el ahora.

Un país no es solo la suma de sus habitantes, recursos naturales, economía, sociedad, política, cultura. Es algo más. Es un sentimiento, una psicología, un pasado compartido, un presente y un futuro común.

Hoy, con ocho o nueve millones de venezolanos en emigración, hay dos Venezuelas que siguen siendo una sola por una o dos generaciones. Pero para quienes no regresen —por la razón que sea— y con otra nacionalidad, la segunda y tercera generación ya no serán venezolanos. Por la sencilla razón de que el pasado identifica, pero si el futuro lo encuentran en otra parte, esa es su nueva identidad, aunque las raíces, por un tiempo, puedan seguir siendo venezolanas.

La patria es patria cuando es un destino que nos agota en sus tres tiempos: pasado, presente y futuro.

La Paz Sucia: Reflexiones sobre la Guerra y la Geopolítica Contemporánea

 La revista italiana de geopolítica LIMES, en su último número, analiza lo que llama la paz sporca (la paz sucia), partiendo del principio de que la paz, en la historia, siempre ha sido una tregua entre dos guerras. Es la consecuencia inevitable del otro principio: “si quieres la paz, prepárate para la guerra”.

Dicho de otro modo, la guerra es una constante en la historia, y de allí lo afirmado por algunos autores con la llamada “trampa de Tucídides”.

La guerra termina siendo inevitable, hasta ahora, por motivos diversos. El más presente es la lucha por la primacía y la hegemonía: la tentación del más fuerte de avasallar y derrotar a posibles rivales. A esto lo hemos llamado historia universal, o historia de los imperios y civilizaciones.

Con el arma atómica y nuclear, a partir de 1945, y las nuevas tecnologías actuales —incluida la inteligencia artificial— se pensó que la guerra total debía evitarse, porque acabaría con la humanidad y todos perderíamos.

A pesar de esto, el llamado equilibrio del terror no ha eliminado las guerras. Más bien, se han incrementado y se han creado términos nuevos: guerras asimétricas, híbridas, proxy o indirectas, guerrillas, terrorismo, etc.

Tanto es así que, en este momento, hay medio centenar de conflictos en curso. Mediáticamente resaltan los focalizados en Ucrania y Gaza, pero en ellos están involucrados muchos países, en particular las tres principales potencias: Estados Unidos, Rusia y China.

El editorial de la revista LIMES hace un ejercicio sobre escenarios bélicos en curso y en los próximos años. El resultado es terrorífico, y por eso concluyen que solo un acuerdo de coexistencia pacífica y reparto de esferas de influencia entre Estados Unidos, China y Rusia podría garantizar cierta estabilidad global. Aunque seguirían existiendo conflictos y guerras a nivel regional, la última palabra siempre la tendrían las tres potencias citadas, particularmente las dos primeras.

Todo lo anterior nos lleva a una conclusión realista y desoladora: las guerras no las ganan quienes tienen razón o creen tenerla, las gana el más fuerte.

Ucrania, invadida, pierde la guerra, pierde territorios y queda destruida, desmembrada y repartida entre Rusia y Estados Unidos. Igual los palestinos: pierden la guerra y se van quedando sin territorio para crear un Estado Palestino.

En las guerras no hay empate. Unos pierden y otros ganan. Es así, y es injusto. Por eso se habla de “paz sucia”.

La historia está llena de ejemplos. Muy lejos estamos de la ilusión ilustrada de Kant y la paz perpetua.

Luchar por la paz es justo y necesario, y estamos obligados moralmente a ello. Pero el “hombre lobo del hombre” y la herencia cainítica siguen en nuestros genes, tradiciones y culturas. La violencia nos hace y nos deshace, y la política, inclusive, cae frecuentemente en la tentación de la violencia. Por ello también la política se vuelve sucia con bastante frecuencia.

En conclusión, y en función del realismo político y la experiencia de la humanidad, es preferible una paz sucia a seguir con el “matadero”. Es preferible una negociación imperfecta a una derrota definitiva.

En el arte se puede buscar lo perfecto. Igual en la filosofía idealista, en las creencias religiosas y en nuestra vida privada y social, estamos obligados a cultivar y practicar virtudes y valores. Pero lamentablemente, no hemos logrado abandonar, como especie, la ira y la rivalidad.

La competencia sin límites ni escrúpulos. La vanidad, la ambición y la codicia. El deseo mimético de desear lo que otros tienen o lo que cada uno cree merecer.

El que no entienda estas cosas de psicología elemental no ha entendido nada, y menos cuando se trata de guerras y conflictos políticos.

Quizás esta es una de nuestras limitaciones para entender el conflicto político nacional en curso desde hace dos décadas. La razón mágica pretende una solución o desenlace ahora y ya, a la medida de nuestros deseos e intereses.

En términos realistas, es preferible una negociación imperfecta, con concesiones mutuas —si no, no es una negociación— a una confrontación estéril, sin medir las fuerzas reales de cada sector o antagonista.

Las ilusiones son consoladoras, hasta que la realidad las convierte en pesadillas y tragedias.

 

Ángel Lombardi

domingo, 24 de agosto de 2025

De la Etno-Génesis a la Etno-Historia

 La arqueología ha demostrado que el ser humano es de origen africano. Las civilizaciónes, desde 12 mil años A. C., son asiáticas, y el eje geográfico principal norte-sur se ubica en el sureste de la actual Turquía, Irak, Irán, Siria, Palestina, Egipto. Grecia y después Roma son herederos-puente de esta evolución en su desarrollo hacia el oeste. Oriente creó a Occidente. Occidente es un concepto milenario cultural, que se confunde con el dominio europeo y de Estados Unidos en los últimos 500 años.

Ya en el siglo XXI en curso, la historia protagónica, por su demografía, cultura y desarrollo, está regresando a Asia-Indo-Pacífico y, de alguna manera, en el largo plazo, a África, en un mundo cada vez más integrado y globalizado. Cambiar de paradigmas teóricos, de acuerdo a la evolución del conocimiento científico, no es fácil. Nuestras ideas se vuelven obsoletas y se mineralizan. Peor todavía, convertidas en creencias e ideologías de verdades únicas. Se hace imperativo "desaprender" si queremos intentar "comprender" una realidad y un mundo en permanente cambio y cada vez más acelerado.

Contra ello conspira la analfabética ignorancia, así como la "docta ignorancia". La segunda es peor que la primera. El que no sabe, calla y sabe que puede aprender. El que cree saber, se autoengaña y trata de imponerse, y cambiar no está en su agenda.

Europa perdió su primacía en el siglo XX. Está en un proceso demográfico regresivo y, geopolíticamente, conserva cierta importancia cultural y económica. En casi todo lo demás, es un apéndice de Estados Unidos. Este es una potencia dominante, y puede seguir siéndolo por algunas décadas más, pero su crisis interna, de identidad y sistémica, es regresiva.

En este subcontinente, de México a la Patagonia, en general seguimos en el limbo de nuestras confusiones, contradicciones y atrasos. Nuestras estructuras sociales no terminan de modernizarse. En nuestras mentalidades, sigue prevaleciendo el pensamiento mágico. Y nuestros sistemas económicos y políticos oscilan entre el anacronismo y la modernización, muy contaminados de usos y costumbres premodernas y fuertemente ideologizados.

Siguen vigentes las palabras de Simón Rodríguez: “Cambiamos o parecemos.”

 

Ángel Lombardi

Etno-génesis: Identidad y Orígenes de Pueblos y Naciones

 Toda comunidad humana tiene un origen y una historia: una mezcla aleatoria de mitos, leyendas e historia. Mientras más lejano el origen, más mitológico. Después vienen las narraciones épicas, una confusión permanente entre leyendas y hechos, cuyo núcleo gira en torno a la idea etnocéntrica de ser un pueblo especial, elegido, particularmente virtuoso, destinado a la grandeza.

Sobran los ejemplos. Basta revisar la historia de cada nación: cada una se cree especial.

De hecho, este destino —predestinado y manifiesto— está en la base de todas las historias patrias, ideología del consenso y de la autoestima nacional. Lo llamamos nacional(ismo) y, en su exageración fanática, patrioter(ismo).

En la historia escolar, esta es la tendencia historiográfica dominante. Más que educar, ideologizamos. La historiografía crítica existe, y ayuda a entender y entendernos como comunidad y como parte de una comunidad mayor: la aldea-mundo como humanidad, una y diversa, pero todavía no asumida plenamente.

El particularismo prevalece, con su carga de xenofobia, racismo, intolerancia y fanatismo. En todas las sociedades, aunque en grado diverso.

El Estado-nacional sigue dominando nuestro imaginario histórico y nuestras conductas colectivas. Basta una mirada al mundo presente:

  • Estados Unidos, hecho de emigrantes, persiguiendo emigrantes.
  • Europa, que llenó el mundo de emigrantes, rechazando emigrantes.
  • En África, el odio tribal sigue vivo.
  • En Asia, China aísla a los uigures porque son de origen turcomano.
  • En Japón, se evitan las mezclas raciales.

Todos los países de Asia que terminan en -stán —Pakistán, Afganistán y otros menos conocidos— comparten una raíz común: stan significa “gente de aquí”.

Casi 60 lenguas y cerca de tres mil dialectos siguen particularizando a la humanidad. Es una importante herencia cultural que debemos respetar y mantener. Pero también hay que conciliarla con un mundo cada vez más interconectado y con problemáticas compartidas, como por ejemplo: Los riesgos ambientales y el cambio climático. La integración e interconexión creciente de la economía. La inteligencia artificial y la revolución tecnológica que nos hacen “globales”. Las desigualdades, las complejidades crecientes de la geopolítica, las guerras, la amenaza nuclear y la necesaria paz.

Ángel Lombardi

lunes, 28 de julio de 2025

MONARCAS SIN CORONA

Para un buen lector de la historia, la conducta humana siempre se repite. Cambian las épocas, las circunstancias, los personajes, pero las motivaciones del deseo, la ambición, la codicia y la vanagloria siempre están presentes.

Como ejemplo de lo dicho, tenemos a Julio César, quien intentó un golpe de Estado para imponer su poder personal vitalicio en la república senatorial de la cual él formaba parte. Igual Napoleón Bonaparte, hijo de la Revolución Francesa y de la Primera República Francesa, pero que terminó creando su propio imperio y se coronó emperador.

Y nuestro Libertador, Simón Bolívar, hijo de la república independiente y su principal protagonista. Ganada la guerra y creada la República de Colombia —que posteriormente los historiadores llamaron la Gran Colombia— terminó proponiendo para la recién creada República de Bolivia un presidente vitalicio.

Más allá de las diferencias, que las hay, el propósito final de los tres era el poder vitalicio. Caro les costó tal propósito: a Julio César, la vida; y a Napoleón y Bolívar, el exilio.

Estudiando estos tres casos y otros parecidos, estudiosos de la política y la historia —el propio Marx incluido— acuñaron las palabras "cesarismo" y "bonapartismo" para referirse al golpe de Estado que impone un nuevo régimen de tipo autocrático, sustentado fundamentalmente en el poder militar.

En los tres casos, fueron producto de épocas de guerras y de profundas discordias y guerras civiles. César contra Pompeyo, antiguos aliados políticos. Napoleón y la gente de la revolución, antiguos aliados. Bolívar, confrontado por antiguos aliados y subordinados: Santander en Bogotá, Flores en Ecuador, Páez en Venezuela. Plutarco diría: “Vidas paralelas”.

Y los ejemplos de casos parecidos se multiplican en la historia. El golpe de Estado como fenómeno recurrente en las repúblicas.

Para ceñirme a la actualidad: Estados Unidos, Rusia y China son tres poderosas repúblicas constitucionales, bastante diferentes entre ellas, pero en las tres, de diferentes maneras, se trata de crear un poder autocrático. Putin y Xi Jinping cambiaron la constitución para lograr su autocracia vitalicia; y Trump intenta por todos los medios reforzar el poder presidencial. Casos diferentes, pero parecidos en sus intentos personales de poder.

El resto del mundo, incluida nuestra llamada América Latina —todas repúblicas democráticas formalmente— pero con algunos presidentes que se empeñan en quedarse. Y el principal sostén para este propósito son las fuerzas armadas.

La tentación autoritaria y totalitaria siempre está presente en la historia, entre los ambiciosos y grupos de poder. En períodos anteriores era casi normal el cesarismo y el bonapartismo, dado que la democracia era una idea antigua, pero llevada a la práctica solo en los últimos 200 años.

Pero en pleno desarrollo del siglo XXI, con experiencias democráticas exitosas en todo el mundo, que el golpe de Estado siga estando presente y con abundante frecuencia para cambiar de régimen o para resolver profundas crisis nacionales, habla muy mal de la cultura democrática de la humanidad.


Ángel Lombardi

SE CIERRA OTRO CICLO POLÍTICO ELECTORAL

Comenzó con las primarias opositoras del 2023, de donde emergió el importante liderazgo de MCM y una gran unidad opositora, que llevó al importante triunfo electoral presidencial en el 2024 de Edmundo González (70 a 30). Desconocido este resultado, y convocadas las elecciones del 2025, vino la debacle electoral de mayo y julio de este año 2025. De alguna manera predecible, la fuerte represión, ruptura de la unidad y la desmotivación general, y el liderazgo mayoritario llamando a no participar, crearon un vacío político-electoral, con una participación menor al 15 %, lo que permitió al régimen, siendo minoría, "ganar" todo: parlamento, gobernaciones, alcaldías. De aquí en adelante, la incertidumbre se multiplica: la "oposición" fragmentada y con desconfianza absoluta entre sus dirigentes. MCM en resguardo y su equipo fuertemente golpeado: presos, en el exilio, etc. Con un mensaje confrontacional y unas expectativas que, de no cumplirse en el tiempo, irán socavando su credibilidad y liderazgo. En los demás aspectos, el país sigue en la precariedad de un sistema político, hegemónico y no democrático, y una situación económica y social totalmente adversa para la mayoría. En lo personal, seguiré insistiendo, como "opinante", en la necesidad y conveniencia de "salidas" democráticas, que implican necesariamente negociaciones. Las "salidas de fuerza" forman parte de nuestra genética histórica, pero sus secuelas tienden a ser traumáticas. Pasar a depender de los poderes reales, internos y externos, no es la vía más aconsejable, aunque sea una persistente realidad. Insistir en la vía democrática es la más difícil, pero es la única que nos permitiría avanzar como sociedad, asumiendo que estamos en el siglo XXI y dejar atrás definitivamente el siglo XIX, lleno de discordias civiles y violencia, y el siglo XX, de las dictaduras.

 

Ángel Lombardi

miércoles, 16 de julio de 2025

EL CHIVO EXPIATORIO

 Tradición bíblica que René Girard rescata como concepto para explicar nuestro miedo a lo diferente y diverso. Los seres humanos, de manera natural, buscamos certidumbres y "seguridad", previsibilidad y orden, pero con el tiempo, nos damos cuenta de que vivimos al "descubierto", rodeados de incertidumbres, precariedad e imprevistos. De allí el recurrente temor y miedo a cambiar, a lo desconocido, a lo incierto, a lo diferente. Es cuando nos "encerramos" psicológicamente en el clan y la tribu, la familia; reminiscencia atávica, genética y antropológica. La misma función sociocultural y política cumple la Nación: una lengua común, usos y costumbres compartidos. Se le ha llamado etnocentrismo. Nadie quiere sentirse extranjero, diferente, en una sociedad o en el mundo. De allí viene la idea del "gueto", el barrio judío en la Venecia renacentista. Estos podían circular de día por la ciudad, pero con un distintivo que los identificaba, y de noche tenían que permanecer encerrados en su barrio. Este antisemitismo tiene dos mil años de existencia. Cada tanto tiempo se apacigua, pero reaparece con fuerza asesina. El Holocausto nazi fue el epítome de esta monstruosidad. Si se quiere tratar de entender el antisemitismo por estas latitudes, recomiendo la película El mercader de Venecia, inspirada en una obra de Shakespeare e interpretada magistralmente por Al Pacino. Pero esta problemática no solo tiene que ver con los judíos, sino que es más universal y afecta a otros grupos étnicos y culturales diferentes, a las llamadas minorías diversas y, en general, a los emigrantes, no importa la nacionalidad. Los compatriotas venezolanos que emigraron lo están sufriendo en carne propia y de diversas maneras, en particular el llamado despectivamente veneco, sudaca, hispano, que en los Estados Unidos de Trump, en plena histeria racista y xenófoba, todo hispano es un delincuente en potencia, o ya lo es. Todo venezolano es del "tren de Aragua". Estoy seguro de que ni Trump ni la mayoría de los norteamericanos sabe dónde queda Aragua. Se ha demonizado a más de medio millón de venezolanos y a todo nuestro gentilicio. Como se ve, el antisemitismo contra todo judío se ha convertido en un "anti" generalizado. Es el miedo a lo diferente, es el miedo ancestral de la tribu frente a otra tribu. Es el "chivo expiatorio" que, según René Girard, sigue presente en la psique humana, individual y colectiva. Cuando algo anda mal, se busca al responsable o culpable fuera de la tribu, fuera de la propia sociedad. Lo grave de todo esto es que la mayoría de los seres humanos, por no decir todos, no terminamos de superar esta carga antropológica de miedo y violencia frente a lo diferente y diverso. Pero el fenómeno se repite igualmente en lo interno de cada sociedad, cuando se habla de "lucha de clases", pobres contra ricos, o se inventa el "enemigo interior", usualmente el grupo o partidos opositores al régimen. El más explosivo caldo de cultivo para todo tipo de intolerancia y fanatismo es el ideológico y religioso, cuando el sufrimiento provocado y la sangre derramada son en nombre del dios particular, de la fe verdadera, de la verdad única, del mito propio, que no acepta ni la duda ni la discusión.

 

Ángel Lombardi

GEO-POLÍTICA GLOBAL ACTUAL

 La historia es un proceso: continuidad y cambio, y la lucha por el poder y la preeminencia es una constante universal. En 1991 terminó un conflicto histórico geopolítico que empezó en 1946, entre Estados Unidos y la Unión Soviética. Pero en menos de una década, y empezando el siglo XXI, la emergente China desafía la hegemonía de Estados Unidos. En eso andamos y estamos, un proceso que, a mi juicio, va a cubrir todo el siglo XXI. Rusia también cuenta, no tanto por su economía, sino por su arsenal nuclear, y con ella los otros países nucleares, por ahora. Este selecto y terrorífico club está integrado por Estados Unidos, Rusia, China, India, Pakistán, Corea del Norte, Inglaterra, Francia e Israel. En el horizonte cercano no veo una guerra mundial, pero siempre existe el riesgo. En curso existen un poco más de 50 conflictos en el mundo, aunque los más publicitados son el de la invasión rusa a Ucrania y el complejo Medio Oriente, focalizado en Gaza, Israel, Irán. El conflicto, la violencia y la guerra están siempre presentes en la historia. Lo expresó muy bien Churchill cuando dijo: "sangre, sudor y lágrimas". En este sentido, el libro de la historia es la historia de la barbarie, y es lo que usualmente llamamos "historias patrias" en escuelas y liceos. Creo que hay que cambiar de paradigma pedagógico e historiográfico y enseñar más la historia cultural y civilizatoria de cada pueblo, de cada país y nación. Construir la paz educando para la paz. En el tema geopolítico, a nivel de medios de masa, casi todo es desinformación, manipulación política e ideológica y propaganda. Se condiciona al público a la dualidad simplista, como en el deporte, de estar con un bando y en contra del otro. Un conflicto, cualquier conflicto, y mucho más una guerra, es una complejidad que exige mucha información seria, oír a los expertos y mucha reflexión propia, evadiendo en lo posible la carga emocional, política e ideológica.

 

Ángel Lombardi

martes, 1 de julio de 2025

Más allá de las apariencias

 Si la política es el arte del engaño, según Maquiavelo, la geopolítica lo es doblemente. Cada nación hace su propaganda y, en guerra, lo hace doblemente.

Algunos ejemplos recientes. China y Estados Unidos están en una feroz competencia, pero acaban de firmar un tratado comercial sobre aranceles que protege los intereses de ambos países, porque sus economías son fuertemente interdependientes.

Otro ejemplo: el ataque iraní a la base militar norteamericana en Qatar. Lanzaron 14 misiles, de los más viejos; 13 fueron interceptados y el otro cayó en un yermo. Cero muertos, cero heridos, nada destruido. Y lo más curioso es que Irán avisó a Estados Unidos y a Qatar lo que iba a hacer, 24 horas antes.

Otro ejemplo: el show del bombardeo de película a las instalaciones nucleares de Irán. Tres monumentales huecos, sin víctimas. Los iraníes habían trasladado previamente la parte sustantiva del programa, y las instalaciones por debajo de 60 metros —la máxima profundidad que alcanzan las bombas lanzadas— aparentemente no sufrieron mayor daño.

Y todo indica que Estados Unidos bombardea como amenaza de involucrarse directamente, para parar el intercambio de misiles entre Israel e Irán, que no tienen frontera común y hay dos mil kilómetros de distancia. Porque el famoso domo o escudo de hierro israelí estaba colapsado y los misiles iraníes estaban causando más daño del esperado en Haifa —principal puerto— y Tel Aviv, y presuntamente habían dejado inoperativas las dos únicas refinerías petroleras que tiene Israel.

 

Ángel Lombardi

MEDIO ORIENTE (2024-2025)

 El conflicto en el Medio Oriente es una tragedia de larga data y va a continuar por muchos años, entre guerras declaradas y no declaradas, treguas y altos al fuego. Todo ello es real, pero en un plazo no previsible, no permite crear una verdadera paz duradera que posibilite una convivencia civilizada entre naciones.

Esta problemática histórica y geopolítica comenzó en 1948 con la creación del Estado de Israel por la ONU y la promesa de la creación de un Estado Palestino, que nunca se ha cumplido. Hoy por hoy, tengo mis dudas de que se pueda cumplir, porque los palestinos están reducidos a dos mínimos territorios: Gaza y Cisjordania, bajo control de Israel.

La oportunidad política racional parece perdida: dos Estados con reconocimiento mutuo y un mundo árabe y persa que también se reconozcan entre sí y con Israel.

Una vez más, la historia crea su propia lógica no racional, sino una lógica de los intereses de cada uno y de las ideologías políticas y religiosas fanáticas de cada bando.

El actual conflicto bélico empezó con el acto terrorista de Hamas en octubre pasado y la feroz reacción israelí, con un gobierno integrado por la llamada derecha y extrema derecha religiosa.

En este contexto se precipitan los acontecimientos: guerra al terrorismo de Hamas y Hezbollah, apertura del frente sirio-libanés, caída del régimen dictatorial de Assad, elección de Trump, involucramiento de Yemen e Irán y, por último, el show de Trump al bombardear instalaciones nucleares de Irán.

Digo "show" porque, debido a la férrea censura militar en los dos bandos, nadie sabe con certeza la eficacia del bombardeo. Trump dice, mentiroso compulsivo, que destruyeron todo. Sus funcionarios militares hablan de serios daños. Por el lado iraní, niegan la destrucción del programa nuclear.

Por otro lado, después de 12 días de intercambio de misiles y la tregua impuesta por Trump, ambas partes se atribuyen la victoria. Cosa absurda y contradictoria, mientras nadie sabe con certeza el daño sufrido respectivamente.

La opinión pública, como siempre, toma partido por uno u otro lado, igual que ciertos gobiernos irresponsables. Pero está claro que, estratégicamente, las grandes potencias no quieren una escalada en la región. Al contrario, están buscando la vía diplomática para que el alto al fuego y la tregua permitan un tiempo de negociaciones para "tranquilizar" la región.

Sigue activo el frente de Gaza, el más trágico y dramático, convertido ya en un problema humanitario. Se calculan 40 mil fallecidos en el lado palestino, la mayoría civiles, de ellos 15 mil niños y 6 mil niños desaparecidos.

Es demasiado, y esto debe parar ya.

 

Ángel Lombardi

jueves, 26 de junio de 2025

LA FALSA "VERDAD"

 En tiempos bélicos y en guerras en desarrollo, se impone, de parte y parte, el secreto militar y la censura más feroz. La propaganda manda y la manipulación de la información. Cada bando elabora su propia narrativa. De allí que, aquellos que no están involucrados directamente en el conflicto, fijamos posición y opinamos sobre información básicamente manipulada y potencialmente falsa. Nuestra opinión se nutre más de nuestras ideas, creencias, ideologías y prejuicios, que de conocimiento y razón, con el agregado de nuestras ignorancias formativas en temas militares, geopolíticos, históricos, etc.

 

En este momento, las dos guerras más visibles son la invasión de Rusia a Ucrania y el conflicto entre Israel e Irán. Ambas guerras son guerras preventivas, según rusos e israelíes. Los primeros quieren una Ucrania neutral, que no ingrese a la OTAN y que no permita en su territorio, posicionamiento nuclear. Algo parecido quiere Israel, que Irán no tenga armas nucleares y un gobierno menos hostil, con respecto al derecho de Israel a existir como Estado-Nacional. A pesar de que esto es así y debería ser condenado por igual, la agresión rusa e israelí, muchos apoyan a uno y rechazan al otro.

 

Más grave aún, es la conducta irresponsable de Estados Unidos, que bombardea directamente a un país, con el cual oficialmente no hay una declaración de guerra. Hasta Hitler, antes de invadir un país, declaraba la guerra. El derecho internacional ha sido negado de raíz, se ha regresado al derecho de la fuerza y los hechos cumplidos. La opinión pública internacional sigue estos hechos, con indiferencia o tomando partido, como si se tratara de un juego entre dos equipos rivales. La tragedia es que mueren millones y la mayoría, civiles. Además de la destrucción del territorio y el sufrimiento correspondiente, de los que tienen que huir y la negación absoluta a millones, de vivir una vida normal.

 

En la HISTORIA algo sabemos sobre la "falsa verdad". Toda la historiografía, la historia escrita, y en particular el relato político e ideológico o "historia oficial" es una gran mentira, construida a posteriori, por los historiadores, aunque hablen de método y objetividad. Se puede llenar una biblioteca con ejemplos. Estudiamos la Guerra de las Galias, en la versión de Julio César, el conquistador de las Galias, el genocida-conquistador, de 8 años de exterminio y destrucción. Si vamos a las llamadas HISTORIAS NACIONALES, el cuento se vuelve epopeya y leyenda, y a los victimarios los llamamos héroes.

 

El mundo está en un re-acomodo de poderes geopolíticos y ello conlleva, caos y violencia, y ninguno de los países en pugna, es inocente, defendiendo sus intereses. Mientras, la "falsa verdad" se impone y cada bando, crea su narrativa.

Ángel Lombardi

DECROPOLÍTICA

En algunos medios franceses se está empezando a usar esta palabra: (dé-kro-po-li-tik) para significar un fenómeno social conductual cada vez más generalizado, en donde muchos van perdiendo interés en la política, dejando de interesarse por ella. Piensan que es una pérdida de tiempo y que todos los políticos son iguales, usualmente corruptos y de malos hábitos, sin credibilidad. Igual piensan de los gobiernos y los gobernantes, no importa el partido, la ideología o el discurso. Todos solo piensan en sus intereses personales, grupales y partidistas, y que los demás no cuentan y mucho menos el bien común.

En la clase política siempre son los mismos, las mismas caras, los mismos nombres, los mismos apellidos, el mismo cogollo, el mismo clan o tribu. Con esta percepción, el ciudadano se "despolitiza". Esto ocurre en sociedades democráticas y en sociedades autoritarias y dictatoriales, porque en estas últimas, además, se agrega el temor y el miedo.

Las personas trasladan su interés a sus asuntos privados, como es obvio, y con las tecnologías y redes al uso, se "informan" de manera fragmentaria y superficial y prefieren el espectáculo y el escándalo y hasta el chisme mediático de la farándula a la política. Se vive con la ilusión de estar informado, saberlo todo y opinar sobre todo, con una ligereza e irresponsabilidad absoluta. La "docta ignorancia" manda y sobre ella el influencer y el demagogo.

El "decropolítico" crea y frecuenta sus particulares espacios de entretenimiento, en donde se puede hablar de todo, menos de política. La política ya no interesa, convencidos muchos de que gane quien gane un proceso electoral, nada cambia, y por la desconfianza creciente sobre los sistemas electorales, con todo ello, se termina "asesinando" a la democracia y se facilita y multiplica la tentación autoritaria.

La decropolítica es una consecuencia directa del desprestigio de la política y del político, y un síntoma grave del retroceso de la democracia en este caos-mundo actual.

Ángel Lombardi

domingo, 8 de junio de 2025

EN DONDE ESTAMOS

 El ciclo político que llevó a la victoria unitaria y electoral de Edmundo González el 28J no se ha cerrado.

Desde mi punto de vista, con derecho a equivocarme, debió continuarse con la participación electoral, a sabiendas que el régimen manipula los resultados a su favor.
Obligarlos a otro fraude, si fuere el caso, pero potenciar la presencia opositora en la Asamblea Nacional, Asambleas Legislativas regionales y Gobernaciones.
Creo que deben cesar las descalificaciones entre opositores.
Cada sector opositor tiene derecho a pensar y tener estrategias diferentes.
En un sistema político no democrático, el árbitro electoral y del poder son las Fuerzas Armadas, y en nuestra historia sobran ejemplos.
Cuando desaparece la fuerza del derecho prevalece el derecho de la fuerza, es lamentable pero real.
La caída del régimen o el cambio de gobierno lo irán determinando los hechos, no nuestros deseos y expectativas.
Su tiempo, nadie lo conoce.
La manera, tampoco se conoce.
La política tiene como límites el presente y la realidad-real.
El régimen es venezolano y sobrevive con venezolanos y la oposición es venezolana.
Los factores externos existen y son importantes, pero sus intereses no son los nuestros, aunque ayuden al régimen y a la oposición, según sea el caso.
Las teorías conspirativas sobran.
Las ilusiones de cambio se mantienen.
Pero el hecho cierto es que en la oposición hay un liderazgo consolidado en el 2023 y 2024 y también es cierto que en la Asamblea Nacional quedó un grupo minoritario que se define opositor, con otra visión del cambio político.
Creo que hay que respetar las diferentes opciones y no renunciar al fin estratégico común del cambio de gobierno.
La mayoría quiere un cambio político, y en lo posible, pacífico y electoral.
Obstaculizar esta vía y cancelar la idea de una transición nos extravía por rumbos peligrosos y con amenazas ciertas de violencia.
Aprendamos de nuestra historia,
hay que desarmar el lenguaje y la política, para que sea el ciudadano que decida, como poder soberano y primero, enmarcado en la Constitución.
De hecho ya decidió el 28J-2024 y los que votamos el 24M-2025,
por lo menos en mi caso, a sabiendas de la farsa electoral, quise reiterar, aunque fuera de manera simbólica, que el voto sigue siendo la vía legal y legítima para cambiar de gobierno y preservar nuestra democracia, nuestra unidad como Nación y un futuro compartido.

Ángel Lombardi


De la dictadura a la democracia

 Para salir de una dictadura, no existen fórmulas mágicas ni una sola vía. Si nos remitimos a la experiencia mundial e histórica, todas las vías se han utilizado y la misma vía exitosa en algunos casos ha fracasado en otros, lo que indica que cada situación termina siendo coyuntural y particular.


En América Latina, históricamente hemos vivido como pueblos más tiempo en dictaduras que en democracia. De allí que el tema de las transiciones democráticas en cada país ha sido bastante estudiado.

Pero las experiencias han sido siempre particulares, de allí la dificultad de una teoría única y universal al respecto que no existe.

La vía de la negociación, la vía electoral, el golpe de Estado, la intervención extranjera o un proceso paulatino y progresivo son algunos de los casos o modalidades reales. En Venezuela las hemos vivido todas, de alguna u otra manera. Nuestra historia, bien estudiada, sería nuestra mejor pedagogía política al respecto.

La democracia política en nuestro país fue nuestro logro histórico más importante en el siglo 20 y fue un proceso multifactorial y con muchos protagonistas. Muerto el tirano Juan Vicente Gómez en 1935, ya el impacto de la renta petrolera estaba presente en la economía y la sociedad nacional.

Eso fue propicio para el desarrollo del debate democrático y el surgimiento de dos poderosos instrumentos de acción política, como lo fueron sindicatos y partidos políticos. Pero también es cierto que en el régimen neogomecista hubo una apertura inteligente y transicional con López Contreras y Medina Angarita.

A pesar de ello, vino el golpe de Estado de 1945, que funcionó como un acelerador histórico y creó una extraña alianza cívico-militar entre demócratas y militares del régimen neogomecista. En 1947 se logra el sufragio universal, directo y secreto y se elige por primera vez un presidente, Rómulo Gallegos. Meses después es derrocado por su propio Alto Mando.

Viene la dicta-blanda de Delgado Chalbaud, su extraño asesinato y unas elecciones en 1952, que gana abrumadoramente la oposición y que fueron desconocidas y se inicia la dictadura de Pérez Jiménez. En 1958, esta termina con un golpe de Estado y una alianza política o acuerdo electoral, que permite una elección libre y competitiva e inaugura un período político democrático, que en su contabilidad tiene más éxitos que fracasos.

A mi juicio, el estudio de este proceso es parte de nuestro aprendizaje necesario en esta actual y difícil coyuntura política. Y parte de ese aprendizaje es que en Venezuela, sin las Fuerzas Armadas, los cambios políticos y la gobernabilidad son difíciles de alcanzar y sostener.

Ahora, tanto las Fuerzas Armadas como la intervención extranjera no pueden ser los protagonistas de una transición democrática, están presentes y forman parte del proceso transicional, pero el liderazgo debe ser civil y fundamentado en el entendimiento o negociación de todos los factores verdaderamente democráticos, algo así como lo que se logró en 1957 y 1958 en nuestro país.

Confrontar de manera radical está comprobado, exacerba los radicalismos de lado y lado. Entregarles la solución a los militares no es conveniente, igual ha habido dictaduras de izquierda y dictaduras de derecha, brutales y represivas.

Propiciar intervenciones extranjeras es perverso y perjudicial a los intereses nacionales y a la misma democracia. Sea Cuba, China, Rusia, Estados Unidos, sus intereses no son los nuestros.

Insistir en las vías electorales y negociaciones serias parece ser el camino más largo y difícil, pero para mi manera de pensar, es el que ofrece más garantías de convivencia democrática y progreso sostenido para toda la sociedad.

La moderación y el equilibrio, la sensatez y el sentido común son los caminos de la cultura y la civilización y los que, a la larga, evitan tanta violencia y horror que caracterizan la historia de los pueblos que se rinden a la ira y el odio de las ideologías y fanatismos de todo tipo.

 

Ángel Lombardi

RELACIONES GEOPOLÍTICAS ENTRE ESTADOS UNIDOS Y CHINA 1970-2025

 Las relaciones entre Estados Unidos y China son de vieja data, pero me concentro en el último medio siglo y en la actual coyuntura.

Se ha desarrollado en etapas de entendimiento y colaboración, con la apertura a China en la época de Kissinger y Nixon, por razones estratégicas de interés para ambos países.
Mao se había distanciado de la Unión Soviética y a Estados Unidos le convenía profundizar este distanciamiento, ya que su rival global era la URSS.
Con la muerte de Mao y el acceso al poder de Deng, este propicia la apertura económica capitalista del país y se reconoce constitucionalmente el derecho a la propiedad privada, a pesar de que el régimen político era y es comunista.
En esta etapa, Estados Unidos y China se convierten en socios comerciales, con la filosofía de ganar-ganar y esta asociación resultó ampliamente exitosa para ambas partes y le permitió a China adquirir la importancia económica y tecnológica que hoy posee.
Con la implosión de la Unión Soviética entre 1989 y 1991, Estados Unidos queda como potencia hegemónica, el Fin de la Historia, lo llamó Francis Fukuyama, pero la historia no se detiene y ya para el 2015 hasta hoy China empieza a competir exitosamente con Estados Unidos y es lo que ha llevado a la situación actual de competencia y rivalidad y que obliga a ambas partes a redefinir sus relaciones y aquí viene la pregunta o interrogante, por cuánto tiempo la rivalidad puede contenerse en esos límites, de una competencia leal inter-capitalista, con sus respectivas alianzas económicas, financieras, comerciales, tecnológicas, IA y Cosmos, incluidos o derivar a un antagonismo total y global.
En las próximas décadas lo sabremos y allí se vuelve a jugar el destino humano, entre una guerra fría II, sin confrontación final o una guerra nuclear total, en donde todos perdemos.
Si es la guerra total, se cumpliría la tesis apocalíptica que algunos autores llaman "la trampa de Tucídides" o la guerra inevitable por la primacía o la hegemonía global, y es lo que usualmente ha sucedido en la historia universal y conocido como los conflictos y guerras inter-imperiales, pero que en la actualidad, con los arsenales atómicos y nucleares, sería una guerra que nadie gana y perdemos todos.
Este es, en esencia, lo que se viene llamando el nuevo orden mundial.
Un reacomodo de intereses geopolíticos, en donde la economía y la tecnología son los principales escenarios, pero siempre bajo la sombra del armamentismo y las amenazas mutuas, de tipo bélico, que se manifiestan en las llamadas guerras locales o regionales, en este momento unas 10 aproximadamente, focalizadas en Ucrania y Gaza, las más publicitadas y unos 40 conflictos potenciales y tensiones, localizados en todos los continentes.

 

Ángel Lombardi

ESTADOS UNIDOS Y CHINA

 Quizás este sea el hecho histórico más importante del siglo XXI: la pugna entre dos imperios.

Uno tratando de mantener su primacía y el otro disputándoselo.
Esta situación viene sucediendo desde hace varias décadas, pero hoy es evidente e incuestionable.
Mientras Estados Unidos se retrae a su "fortaleza" territorial y mantiene el control de los océanos y mares (thalasia),
China se expande económica y comercialmente (vías de la seda).
La competencia, además de la economía, comercio y finanzas, se focaliza en lo tecnológico, IA, Cosmos, etc., y en el realineamiento global geopolítico que inevitablemente siempre termina en el ámbito militar. Guerras y conflictos regionales y la amenaza latente de lo nuclear o "gran guerra", que como se sabe sería un suicidio de la humanidad.
En la actual coyuntura, veo a Estados Unidos a la defensiva,
con una fuerte crisis interna y un gobierno errático y aislacionista.
Al contrario, China sabe lo que quiere y lo viene haciendo y logrando, con paciencia oriental, sabiduría práctica, potenciada por la tradición cultural inspirada en Confucio y una unidad nacional férrea, impuesta por el partido comunista.
A nivel educativo, han creado una poderosa pedagogía histórica en la propaganda, medios de comunicación, escuelas y liceos, que se resume en la siguiente narrativa:
China siempre fue grande, pero a partir de 1840, con las guerras del opio, fue invadida y colonizada por europeos, norteamericanos y japoneses y desgarrada por una larga guerra civil.
A este siglo, entre 1840 y 1949, lo llaman el siglo perdido o de la decadencia.
Pero con el triunfo de Mao y la revolución comunista en 1949, el país se unificó.
Después vino el reformista Deng,
que moderniza la economía y acaba con el hambre y se inicia la apertura capitalista del país al permitirse la propiedad privada.
Y por último Kim, el actual timonel, que lleva unos quince años en el poder, que logra posicionar a China económicamente y tecnológicamente y la pone de tú a tú con Estados Unidos.
Hoy China es la principal economía manufacturera del mundo, su economía sigue creciendo y con las rutas de la seda, tiene presencia importante en todos los continentes.
Y en términos de propaganda y prestigio, tiene mucho mejor imagen que Estados Unidos y gracias a Trump y sus impertinencias y arrogancias, ha logrado el mejor aliado posible en el gobierno del país rival.
La perspectiva es un mundo bipolar, China-Estados Unidos,
como en el siglo XX lo fue entre Estados Unidos y la Unión Soviética.
Un club atómico de subpotencias regionales y como siempre, una serie de conflictos de todo tipo, que van a agotar los medios con noticias alarmantes.
El mundo sigue, cambia, pero no tanto como se nos quiere hacer creer y nunca cambia al mismo ritmo en todas partes.
El humano, en emociones y miedos, expectativas, éxitos y fracasos, sigue siendo el mismo.

 

Ángel Lombardi

EL PROCESO EMANCIPADOR AMERICANO (1776-1898)

 EL PROCESO EMANCIPADOR AMERICANO (1776-1898)


El proceso emancipador del continente americano se inicia con la independencia y creación de los Estados Unidos el 4 de julio de 1776.
Sigue Haití en 1804, Caracas y Buenos Aires en 1810, y en los años sucesivos el resto del continente, hasta 1898, cuando se independizan Cuba y Puerto Rico.
Las ideas, ideologías, doctrinas, teorías y filosofías que alimentaron estos procesos, en líneas generales, se centran o anclan en las ideas liberales y la economía política del siglo XVII y XVIII y en la llamada ilustración.
Los "modelos" políticos e históricos, estadounidense y la Francia revolucionaria de 1789 fueron inspiradores fundamentales.
En cuanto al contexto geopolítico de este siglo largo emancipador americano, las llamadas guerras napoleónicas jugaron un papel fundamental, así como Inglaterra o Gran Bretaña, como el imperio hegemónico. Posteriormente, hay que agregar la influencia creciente del emergente imperio estadounidense.
En estos procesos, con características particulares en cada país, surgen todas nuestras repúblicas y los correspondientes idearios nacionales, con sus héroes y panteones, mitos y leyendas patrióticas y los inevitables nacionalismos y localismos regionales.
Cada Estado-Nacional va configurando territorios y fronteras, en procesos casi siempre conflictivos y que no han cesado.
Inclusive, en algunos casos, con guerras, con su secuela de rencores y desconfianzas, entre países con fronteras comunes. Aunque en la retórica se creó el discurso de la unidad continental, panamericana, bajo el tutelaje de Estados Unidos, la llamada "doctrina Monroe" (1823) que culminó con la creación de la OEA.
En paralelo, se inventó la categoría América Latina, invento francés, para justificar su invasión a México, y que difundieron y popularizaron diversos movimientos intelectuales, empezando por el llamado modernismo y el arielismo y que continuó el marxismo y otros movimientos ideológico-políticos, como la revolución mexicana de 1910, la reforma universitaria de Córdoba de 1918 y la aparición de los partidos reformistas de masas y movimientos radicales, de orígenes diversos, hasta nuestros días.
Regresando al proceso emancipador y la formación de las nacionalidades y creación del Estado-Nacional, temas ampliamente estudiados y debatidos y polémicas que continúan.
Como conclusión y aprendizaje, por lo menos para mí, y aplicado a nuestra situación política e histórica actual, puedo decir que la "liberación" es posible y en algún momento se va a lograr.
Que es importante tomar en cuenta el contexto geopolítico global y los intereses en juego, como sucedió en la Independencia, pero la decisión y el empeño es nuestro.
El camino o estrategias a seguir son varias, pero a priori, nadie sabe el desenlace, ni el cuándo ni el cómo, y es que el "hilo de la historia" es misterioso y evasivo y solo sabremos cuál era la vía al éxito, siempre a posteriori.
Hoy podemos hablar de los procesos emancipadores, con fecha y todo, porque ya ocurrieron.
La historia es presente-futuro. La historiografía es presente-pasado.
La historia siempre es bifronte, una cara mira al pasado y la otra al futuro.


Ángel Lombardi

Un incendio llamado mundo

El Oriente Medio u Oriente Cercano, visto en la perspectiva cartográfica europea, es un área llena de tensiones y conflictos permanentes. Es quizás la zona del mundo más complicada y explosiva.


Es una ruta de enlace o cordón umbilical entre países, mundos culturales y civilizaciones durante milenios. Su historia se pierde en el tiempo, desde la llamada guerra de Troya hasta las conquistas de Alejandro y la secular rivalidad entre Grecia y Persia, y así, hasta el día de hoy.

Los poderes del mundo compiten allí por la hegemonía. Cada país es un polvorín de discordias y diferencias, étnicas, religiosas, económicas, políticas, culturales, tanto en lo interno como en lo externo. Sociedades milenarias y problemáticas complejas en pleno desarrollo.

El conflicto de Gaza es apenas un episodio de un conflicto mayor. Los palestinos por sobrevivir como pueblo y los israelíes para existir como Estado. Irak está desintegrado como Estado, igual Líbano y ahora Siria. El Yemen, después de una larga guerra civil, está fracturado territorialmente, igual que Libia.

Los Estados petroleros, en particular los del Golfo, son autocracias familiares multimillonarias y con diferencias acentuadas de todo tipo. En la práctica son protectorados de alguna potencia. Los Estados «fuertes» regionales, tienen sus áreas de influencia: Israel, Irán, Arabia Saudí, Egipto, Turquía.

La región es zona de «paso y cruce» del comercio mundial Indo-Pacífico-Atlántico, como lo son el Mar Rojo, Canal de Suez, Mediterráneo, Golfo Pérsico o Arábigo. Por estas rutas, pasa el 80% del comercio mundial.

Toda la zona tiene fuerte presencia militar, norteamericana, europea, rusa y china. Casi toda la región y cada país tiene fuertes tensiones internas de tipo étnicas-religiosas.

Y para completar el caos geopolítico, esta macroregión estratégica del Cercano Oriente está conectada con el Cáucaso y los Balcanes, otras dos complejidades históricas.

Para comprender la conflictividad global en curso, es fundamental estudiar estas regiones mencionadas. Para completar el cuadro geopolítico del caos, está el conflicto provocado por la invasión rusa a Ucrania, otra compleja y larga historia.

Y ahora se agrega otro conflicto de alto riesgo, porque ambos son países con arsenal atómico y nuclear, como lo son la India y Pakistán. La geopolítica es la disciplina del susto permanente, ya que su objetivo es reseñar y estudiar los conflictos potenciales y en curso.

Angel Lombardi

lunes, 28 de abril de 2025

FRANCISCO: UN PAPA DE NUESTRO TIEMPO

  


El Papa Francisco, a mi juicio, cierra un ciclo de la historia de la Iglesia, que empezó con Juan XXIII y el Concilio Vaticano II: El "agiornamento" de la Iglesia, que encerrada en si misma, por varios siglos, se puso de espaldas a lo que terminamos llamando la "modernidad", a pesar que en esos siglos, voces católicas proféticas, hacían un gran esfuerzo por entender el mundo moderno y sus avances, contradicciones y limitaciones. Un mundo en movimiento, eurocéntrico, industrialista, cada vez más laicizado, agnóstico, nihilista, en donde inclusive se llegó a proclamar la "muerte de Dios" y el fin de las grandes religiones, en particular la Católica.

Ya en el siglo XIX la Iglesia intentó reaccionar convocando el Concilio Vaticano I, interrumpido por la guerra franco-prusiana, pero también por la confusión interna, sobre el qué-hacer. La primera respuesta institucional a estos desafíos, fue la Encíclica RERUM NOVARUM (de las cosas nuevas) que inaugura un siglo largo de encíclicas y documentos sobre los problemas contemporáneos e inclusive anima a los católicos a asumir el compromiso político, y así es como nacen los partidos políticos cristianos o demócratas cristianos, los curas-obreros, la teología de la liberación, etc. Cada Papa hizo su esfuerzo, el ya citado Juan XXIII, Paulo VI, Juan Pablo I, Juan Pablo II, Benedicto XVI y Francisco, para mi gusto, el de mayor apertura al mundo nuevo del siglo XXI en pleno desarrollo. Quizás su condición de latinoamericano y jesuita y el nombre de Francisco fueron determinantes, en esta visión del mundo nuevo, más abierta, más tolerante, más fraterna, más ecuménica, menos italiana y europea y más cercana a Asia, Indo-Pacifico, África, a la otra América, a lo que se ha terminado llamando el Sur Global Y una cercanía absoluta a los más débiles, indefensos, marginados, etc. No es casual, que en su homilía pascual testamentaria, murió el mismo día, fuera un grito de angustia, frente a las discordias y violencias del mundo y guerras en curso y al mismo tiempo la reafirmación crística, de la esperanza cristiana, que empieza aquí en la tierra, en el aquí y ahora de la gente concreta, en la historia, pero que siempre nos remite al fin de los tiempos, a la resurrección y eternidad, por obra y gracia del Dios-Amor. Pero ese Dios Amor quiere y necesita encarnar en cada uno, en la caridad real, ejercida y practicada, no solamente declarada. Fé sin Caridad no funciona y ambas son necesarias para la Esperanza.


Ángel Lombardi

lunes, 14 de abril de 2025

UN MOVIMIENTO ANTI-DEMOCRATICO GLOBAL

 Cada época es diferente y la historia siempre está en movimiento. Pero no todo en la historia es novedad, hay patrones de conducta que se repiten, aunque las circunstancias cambien, por eso la historia es útil, para aprender de nosotros mismos. El historiador Tucídides, hace dos mil quinientos años lo entendió perfectamente y lo expresó "la historia no se repite, pero el hombre siempre se repite a si mismo" idea refrendada por Cicerón cuanto consideraba a la historia "maestra de la vida"; dicho lo anterior voy al tema de este artículo, la democracia en peligro, la democracia amenazada, desde sí misma y desde el exterior. Algo parecido, insisto no igual, como sucedió en las primeras décadas del siglo 20 con el marxismo bolchevique triunfante en Rusia, se plantea una revolución planetaria anti-democrática, las llamadas "dictaduras del proletariado" que terminaron en gobiernos autocráticos del partido único y líder único. Y que continúan existiendo, China es el modelo más exitoso actual, porque para sobrevivir y no repetir el fracaso de la Unión Soviética, adoptó el capitalismo pero no las ideas liberales e ilustradas que dieron origen a la democracia. En paralelo con las dictaduras comunistas, surgió la alternativa totalitaria contraria, el fascismo en Italia y el nazismo en Alemania, rivales políticos e ideológicos pero identificados como sistemas políticos, autocráticos y totalitarios. Los tres sistemas, imitados en otros muchos países, ferozmente antidemocráticos.

 

En América Latina a las tradicionales dictaduras de caudillos, se unieron estas tres influencias antidemocráticas. Posterior a 1946, derrotado el nazi-fascismo y en 1991 implosionado el fracasado comunismo soviético, se pensó en una primavera democrática global. Hoy esta primavera, se ha convertido en un crudo invierno autoritario que se extiende por el mundo y la principal amenaza, que nadie podía imaginar, emerge en los propios Estados Unidos, país, que desde su fundación pasaba por ser el modelo democrático más exitoso. Hoy, el señor Trump, amenaza con imponer esta perversa tendencia, autoritaria democrática. En lo personal, pienso que no va a tener éxito, la propia sociedad norteamericana de fuerte arraigo democrático y sus instituciones, con dos siglos de vigencia pueden parar a este arrogante autoritario. En las Naciones Unidas están representados casi todos los países, si se analizan sus sistemas políticos, nos damos cuenta que la mayoría están tutelados por sistemas autocráticos, dictatoriales, tiránicos, totalitarios, aunque la mayoría se denominan Repúblicas y democráticas; inclusive con la paradoja de Monarquías más democráticas que algunas Repúblicas.

La democracia no es un simple sistema político, es una cultura, un avance civilizatorio, unas tradiciones y unas instituciones fundamentadas en dos principios absolutos: la libertad y la dignidad de cada persona que tendemos a garantizar sobre principios constitucionales y los llamados derechos humanos universales. Igualmente, la democracia, solo puede ser garantizada por la división real del poder, por el respeto absoluto a la soberanía popular y la libertad para opinar y organizarse para disentir. Las democracias siempre están amenazadas, difícil es establecerlas y fácil es perderlas y los venezolanos sabemos de esto, porqué tardamos dos siglos en lograrlo y en pocos años, perderla.

 

Ángel Lombardi